Los científicos descartan medidas restrictivas para la pesca, «si acaso alguna específica para el arrastre», apunta el director del Oceanográfico
Javier Cristobo sostiene en sus manos un espécimen extraído del Cañón de Avilés en una pasada campaña científica. marcos león
Gijón, Francisco L. JIMÉNEZ
El Cañón de Avilés no deja de deparar sorpresas a la comunidad científica, que desde que comenzó a investigar en sus profundidades hace cinco años no sale del asombro por el potencial biológico y los misterios que esconde la sima. El último descubrimiento tiene que ver con la dimensión del cañón, históricamente circunscrito tan sólo al ámbito de la vertical de Avilés. Pero nada más lejano de la realidad. Según ha puesto de manifiesto el cartografiado de los fondos marinos realizado durante las últimas campanas científicas si bien es cierto que el canal principal del cañón comienza frente a Avilés, en la posición coincidente con los 6º de latitud Oeste, y desemboca a una profundidad de 4.750 metros en la base del talud continental, la red de cañones subsidiarios asociados a la falla principal se extiende formando una intrincada red hasta más allá de la vertical de Navia. Las imágenes preliminares del mapa submarino, aún en fase de elaboración, dan idea de un relieve muy semejante al que tendría una cordillera terrestre. Pero bajo el mar.
Francisco Javier Cristobo, director del Centro Oceanográfico de Gijón y miembro del equipo de investigadores que trabaja en el Cañón de Avilés, habla con pasión de las expectativas que levanta este espacio marino entre los biólogos. «Por lo general, sabemos infinitamente menos del mar que de la tierra. Existe un gran desconocimiento de lo que hay a partir de los mil metros de profundidad, y el Cañón de Avilés llega casi a los cinco mil metros... No obstante, sí sabemos que la biodiversidad en esos lugares es amplísima, por lo que lo previsible es encontrar decenas de nuevas especies, hábitats singulares y quién sabe qué rarezas», explica.
El laboratorio del Oceanográfico de Gijón guarda pruebas que fundamentan ese convencimiento. La toma de muestras de las últimas campañas en el cañón ha deparado la recolección de decenas de especímenes y los biólogos trabajan en su catalogación y archivo. «En el Cañón de Avilés se pueden encontrar todo tipo de especies, desde los mayores vertebrados marinos (cetáceos), a peces e invertebrados: ofiuras, crustáceos, equinodermos, corales, esponjas... También es interesante la investigación a nivel planctónico y bacteriano. El sistema del cañón es muy complejo por su profundidad -se originan muchas interacciones entre los organismos que viven a diferentes alturas de la columnas de agua- y por lo intrincado de su relieve», relata Cristobo.
A diferencia del área marina protegida del Cachucho (frente a Lastres), los científicos han llegado a la conclusión, según anuncia Cristobo, de que no será necesario declarar el Cañón de Avilés como área cerrada a la pesca, lo cual será recibido con agrado por las flotas que faenan en la zona.
«El cierre de una área marina como el Cachucho atiende al hecho de que existan ecosistemas únicos, especies raras o únicas y zonas de interés pesquero relacionadas con el proceso reproductivo de los peces. Es cierto que en el Cañón de Avilés se dan también esos condicionanres, pero el caso es muy diferente al Cachucho. Son áreas de diferente extensión y profundidad y en el Cañón de Avilés existe desde hace mucho tiempo una importante actividad pesquera que no había en el Cachucho, pero es una pesca pelágica (de superficie) y de corte artesanal que no tiene efectos sobre los fondos marinos», explica el director del Oceanográfico.
En opinión de Cristobo, «esa actividad pesquera tiene que seguir, lo que no quita que ciertas zonas del cañón que aún estamos en proceso de describir puedan ser cerradas a la pesca, en especial la de arrastre, dada la presencia de especies vulnerables -corales sobre todo- o lo delicado de ciertos ecosistemas; pero siempre hablamos de zonas muy, muy concretas. El Cañón de Avilés en un área enorme y sería una barbaridad cerrarlo todo, además no tendría sentido».
La comunidad científica tendrá una nueva oportunidad de indagar en los misterios del Cañón de Avilés este mismo mes. El buque «Vizconde de Eza», que empieza a ser un visitante habitual de sus aguas, iniciará el día 28 una campaña que durará hasta el 17 de mayo. «Embarcaremos científicos de los centros de Gijón, La Coruña y Santander, todos bajo la coordinación del investigador principal, que es Francisco Sánchez», apunta Cristobo.
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