jueves, 21 de julio de 2011

Greenpeace critica la ampliación portuaria de Avilés y de El Musel por cambiar las mareas

«La falta de aporte de arena ya es perceptible en San Lorenzo y Salinas», dice la organización ecologista en su último informe «Destrucción a toda costa»

Myriam MANCISIDOR

Distan unos veinte kilómetros y ambos se han transformado en los últimos meses en grandes infraestructuras en las que predomina el hormigón. Se trata de los puertos de El Musel y de Avilés, ambos incluidos en el último informe de Greenpeace llamado «Destrucción a toda costa». La organización ecologista ha puesto su lupa sobre ambas infraestructuras ejecutadas -la avilesina aún en desarrollo- por las autoridades portuarias de Gijón y Avilés. Dichas obras, a juicio de los responsables de la ONG, han modificado la dinámica litoral con efectos adversos en la línea de costa.

Greenpeace critica que con las obras de ampliación de El Musel se ha ganado una superficie al mar de 140 hectáreas, se han destruido caladeros de pesca y el desmonte completo del Alto de Aboño. «La falta de aporte de sedimentos ya es perceptible en la playa de San Lorenzo, principal arenal del concejo y punto de atracción turística de la ciudad», sentencian. En Avilés, subrayan, el conflicto ambiental pasa por la destrucción de las marismas de Recastrón. En este caso, aseguran, la modificación de la dinámica costera tiene efectos llamativos en el Monumento Natural de la Ensenada de Llodero y la Charca de Zeluán y sus dunas así como en la desaparición de la arena de la playa de Salinas (Castrillón).

Los casos de Gijón y Avilés no son los únicos que figuran en el informe de Greenpeace. Actualmente de las 28 autoridades portuarias existentes en España, veinte están acometiendo obras de ampliación o tiene planes para ello. «Estas infraestructuras han sido desarrolladas bajo la sombra del ladrillo para dar servicio al desarrollo de la construcción y la demanda energética que suponía el crecimiento urbanístico. De hecho, la propia burbuja inmobiliaria ha enmascarado el desarrollo desmedido de infraestructuras portuarias», aseguran responsables de Greenpeace, que creen necesario un informe sobre los puertos del Estado para sentar las bases «de un verdadero desarrollo sostenible».

Del trueque del ladrillo al hormigón portuario, la organización ecologista destaca de Asturias el coste de las obras de ampliación del Musel y el puerto avilesino. «Solo con el sobrecoste del puerto de Gijón, de 215 millones de euros, se podría haber equipado con tecnología y servicios el nuevo Hospital Universitarios de Asturias», sentencian. La obra costó, en total, 716 millones de euros. Avilés no se queda atrás. «El desarrollo portuario de la margen derecha de la ría tiene un presupuesto de 90 millones, éste es el importe de las ayudas de la Unión Europea que recibirán 15.000 ganaderos y agricultores asturianos para el periodo 2014-2020», precisan en el informe «Destrucción a toda costa».

En lo que afecta al impacto ambiental de ambas obras de ampliación portuarias, Greenpeace asegura que la ejecución de las obras de El Musel ha afectado al medio marino circundante. Las de Avilés a las marismas de Recastrón. «Hoy las marismas han desaparecido y con ellas las aves y la vegetación», recalcan.

Pese a todo, la organización ecologista considera que aún se está a tiempo para frenar la «burbuja del hormigón» y para apostar «por una economía verde basada en más pesca y turismo sostenibles y menos obras faraónicas». «En definitiva, estamos a tiempo de llegar a buen puerto», concluyen.

domingo, 17 de julio de 2011

La galerna en el recuerdo

El poblado del Nodo tributa un homenaje a los muertos, viudas y huérfanos de la catástrofe pesquera de hace 50 años

E. C.
Aquellos hombres salieron a la mar a pescar y nunva más volvieron. La galerna que dejó un reguero de muertos entre el 12 y el 14 de julio de 1961 estuvo ayer muy presente en la celebración del Carmen en el barrio del Nodo, que aprovechó la celebración eucarística para tributar un homenaje a las víctimas de la catástrofe pesquera de hace 50 años. En aquél entonces el Cantábrico se llevó a ocho vecinos del Nodo y dejó siete viudas y 22 huérfanos, tal y como detalló durante la homilía el párroco, Víctor Fernández Gaínza.

El barrio avilesino se volcó este año con este pedazo de su historia, de triste evocación, pero que aún sigue muy vivo. «Este año la fiesta del Carmen es especial», señaló la presidenta de la asociación de vecinos, Luisa Santos. Además de los residentes en el Nodo, los oficios religiosos contaron con la presencia de tres concejales -Román Antonio Álvarez, del PSOE; Constantino Álvarez, del PP; y Enriqueta Garcia, de Foro- y del comisario de la Policía Nacional, Agapito Pérez.

Dos coronas de laurel flanqueraon el altar durante la misa, en recuerdo de los desaparecidos. Y fue sobre esas coronas sobre las que los asistentes intercalaron claveles rojos y blancos. «La vida está entretegida de momentos felices, otros no lo son tanto. Y algunos son muy tristes», reflexionó Fernández Gaínza. El encargado de bendecir las coronas fue el religioso José Manuel Vázquez Menéndez, nieto de uno de los pescadores que murieron en la galerna: Manuel Ángel Menéndez. Vázquez es hijo de Pilar Menéndez, la pequeña de los cinco hijos que quedaron huérfanos en aquella familia.

Antes de que finalizara la misa, los fieles entonaron la Salve Marinera. Y después, tras concluir los oficios, las actividades festivas se desplazaron a la carpa, donde hubo una espicha de hermandad amenizada con música de gaita y tambor.
Misa del Carmen en el Nodo, con una de las coronas a la derecha.

Un baño divino en el mar Misa y folixa en San Juan de Nieva

Salinas honra a su patrona con procesión, misa y una ofrenda floral en recuerdo de las víctimas de la tragedia marinera del año 1961
La imagen, sacada a hombros del mar, ayer en la playa de Salinas.

Salinas, Inés MONTES

Un año más la Virgen del Carmen se bañó en el mar Cantábrico, entre las olas de la playa de Salinas. La imagen que portaban veteranos de la Armada de la asociación «Lepanto», estuvo escoltada en el mar por surfistas de la escuela Las Dunas, de Salinas. La Virgen del Carmen salió en procesión de la iglesia a las siete y media de la tarde para dirigirse a la plazoleta del Náutico donde se ofició una misa de campaña que concluyó con el canto de la Salve marinera por los fieles que recibieron una estampa con la letra de la canción y desde La Peñona los voladores atronaron el ambiente.

Este año «Lepanto» rindió homenaje a las víctimas de la galerna del 61. Los veteranos sembraron de flores, donadas por los vecinos, la orilla de la playa de Salinas y las olas se las llevó mar adentro. La jornada festiva concluyó con un acto en La Colonia en el que el presidente de «Lepanto», Rafael Luis García, entregó una placa en la que constaba el nombramiento de socio de honor de la asociación al capitán de navío Juan Manuel Beceiro Martínez, comandante Naval Militar de Asturias. En la jornada de ayer, la asociación de vecinos «Amigos de Salinas» invitó a todos los niños a disfrutar de las barracas que están instaladas en el patio de la biblioteca pública.

Las fiestas del Carmen concluyen hoy con la celebración del día del socio. «Amigos de Salinas» entrega bollos preñaos, botella de vino, bombones donados por una confitería de Salinas y licores de una destilería de Zamora, a los casi 380 socios de la entidad. El presidente de la asociación, Eloy Martínez Argüelles, entrega las bolsas la mañana junto a la iglesia.

Un baño divino en el mar Misa y folixa en San Juan de Nieva
San Juan de Nieva honró a la patrona del mar. Los actos organizados por la asociación de vecinos de la localidad que preside Juan Requena, comenzaron al mediodía con una misa de campaña en el parque público que ofició el párroco de Salinas, Rafael Santos Laso. Después actuaron los monologuistas del grupo «Folixa Astur». Una comida de hermandad al aire libre dio paso a la fiesta para los más pequeños con hinchables y payasos que concluyó con la proyección de una película infantil. Las fiestas concluyen hoy con un baile vermú a partir de las doce de la mañana y barracas para los niños. En la foto, asistentes a la misa, informa I. MONTES.

jueves, 14 de julio de 2011

Las palabras del Cantábrico






Las palabras del Cantábrico
Es, sin duda, una de las grandas musas literarias. La mar, esa inmensidad de agua en la que navegan los sueños de los escritores que lanzan sus redes para pescar palabras, fue ayer la gran protagonista de uno de los actos anuales organizados por la asociación cultural Amigos de Cudillero en colaboración con la Cofradía de la Buena de la Mar de Salinas y la Real Liga Naval Española. Se trataba de la cuarta edición del Vermú Literario, que congregó en el Hotel Palacio de La Magdalena de Soto del Barco a más de doscientas personas que siguieron atentamente los relatos sobre la mar que los intervinientes leyeron.

Entre ellos se encontraba Juan Manuel Wes, director de 'La Voz de Avilés', que dedicó su intervención a las galernas del Cantábrico, esa enemiga sin compasión de los pescadores del Norte. Esos fuertes vientos acompañados de lluvia que hacen enloquecer a la mar.

El director de 'La Voz de Avilés' repasó las diferentes galernas que azotaron el litoral cantábrico a lo largo de los siglos, aunque hizo especial hincapié en la registrada en 1961, quizás la más trágica de todas cuantas se recuerden.

Y la recordó en un municipio, Soto del Barco, donde precisamente se vivieron las peores consecuencias. Aquella galerna se cobró la 24 asturianos, de los que doce eran de San Juan de La Arena, en el mismo concejo.

'Águila del mar'Todos ellos eran tripulantes del 'Águila del mar', que fueron sorprendidos por la «locura» del Cantábrico cuando navegaban al bonito cien millas al norte de Avilés. Según relató Juan Wes, un fuerte golpe de popa provocó el vuelco de la embarcación. De los catorce miembros de la tripulación, sólo dos fueron rescatados con vida.

También perdieron la vida en aquella fatídica galerna cinco avilesinos que navegaban en dos barcos; un marinero de Candás; otro de Cudillero y otro de Llanes.

A estas muertes se sumaron el número de desaparecidos y que, cuarenta años después, ni ellos ni las embarcaciones en las que navegaban han sido encontrados. Como el 'Galiana', de Avilés, que se cree que está hundido a la altura de San Vicente de la Barquera.

La galerna del 61, que aún la recuerdan los pescadores más veteranos, supuso un antes y un después en la flota pesquera asturiana, ya que a partir de ese momento fue cuando comenzó el descenso del número de embarcaciones. También supuso un cambio en la construcción de los barcos, que pasaron a ser de vapor para adaptarse a los nuevos motores. 

Son las consecuencias de una tragedia conmocionó a Asturias: «La gente que vivió aquello, no volvió a navegar», recordaba Wes.

Además del director de 'La Voz de Avilés', también intervinieron en el acto el vicepresidente de la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor, José Palacios, el escritor Carlos Rodríguez y el periodista Ignacio Gracia Noriega.

El presidente de Amigos de Cudillero, Juan Luis Álvarez del Busto, calificó como «un rotundo éxito» la celebración de este año del Vermú Literario. Explicó que la asociación ha recibido una propuesta para organizar un acto similar en un barco de la Armada en Avilés y en Marín.

Más de doscientas personas participaron en el IV Vermú Literario de Amigos de Cudillero 

Avilés revive la gran galerna

El Nodo recuerda el temporal de 1961, que se llevó la vida de 83 pescadores
Loli Riesgo, ‘Lupo’, Antonio García, Luisa Santos, Carmen, Azucena  y Juan Wes, con el cuadro de Favila.

06/07/2011 00:00 / 
El Nodo no olvida la tragedia. La memoria de los que fallecieron ha vuelto para resucitar el 12 de julio de 1961. Era la madrugada del miércoles al jueves. La furia del temporal se desbocó en plena noche y cogió a cientos de pescadores faenando en alta mar. La tormenta duró casi tres días, en los que miles de personas se agolparon en los puertos esperando el regreso de los barcos boniteros a los que la tempestad sorprendió a más de cien millas de la costa.
Entre ellos estaban familiares de los 24 pescadores que murieron en Asturias. El barrio de El Nodo se prepara ahora para recordar la galerna que se desató en el Cantábrico hace ahora medio siglo. La borrasca se tragó la vida de 83 marineros, 24 de ellos asturianos. De ellos doce eran de La Arena, ocho de Avilés, uno de Candás, uno de Cudillero y otro de Lastres. El barrio de pescadores de Avilés quiere rendir un homenaje a todos los que fallecieron en la mayor tragedia que se recuerda en el Cantábrico.
Cuando ocurrió Manuel Ángel Menéndez Lupo t enían sólo seis años, pero algunas escenas se le quedaron grabadas para siempre. “Recuerdo que la gente subía y bajaba las escaleras del poblado. Las mujeres iban llorando y a mi todos me cogían y me arropaban. Intuía que algo muy grave había pasado, pero en aquel momento no llegué a entenderlo”, explicó ayer en la presentación de los actos que El Nodo ha preparado para conmemorar aquellos sucesos en los que perdió la vida su padre Manuel ángel, su tío Luis y un primo del padre, Paulino.
Para recordar aquel desastre, la asociación de vecinos de El Nodo trabaja en la organización de dos exposiciones que podrán verse en el palacio de Valdecarzana y en la sala de El Corte Inglés que recogen documentación gráfica aquella catástrofe. Habrá también conferencias y un acto de homenaje a las víctimas, que también serán recordadas de modo muy especial durante la celebración de la Virgen del Carmen, el día 16, en la misa que concelebrarán varios sacerdotes en la parroquia del Poblado de Pescadores.
Ayer, el propio Lupo , junto a Antonio García, Luisa Santos, Dolores Riesgo, el periodista y experto en la mar Juan Wes , Azucena Jiménez y Carmen Méndez presentaron todas las actividades previstas, entre ellas la visita del barco hospital Juan de la Cosa, que atracará por primera vez en Asturias durante los actos conmemorativos y podrá visitarse entre los días 3 y 4 de agosto.
“Queremos recordar a la gente de Avilés, y especialmente a los jóvenes, lo que sucedió”, explicó Luisa Santos. En el acto de la presentación mostraron también un cuadro que escenifica un naufragio, donado por Favila, y anunciaron el proyecto para colocar una escultura conmemorativa de la tragedia en el paseo de la ría, cedida por Agustín Tife, huérfano de uno de los marineros desaparecido en la gran galerna del 61.
También la Asociación de Vecinos Río Nalón, de San Juan de La Arena, está desarrollando actividades para recordar la galerna del 61. El próximo sábado, día 9, se ha programado una conferencia en la Casa de Cultura de La Arena, a las 19.00 horas, que correrá a cargo del periodista avilesino Juan Manuel Wes. Ese mismo día se proyectará un documental de producción local que recoge testimonios y documentos gráficos de la galerna y del duelo que se vivió en aquellos amargos días.

La gente de la mar se vuelca en la conmemoración de la galerna del 61

Avilés y La Arena preparan actividades como homenaje a los 24 pescadores asturianos fallecidos hace 50 años

F. L. JIMÉNEZ 
Las gentes de la mar de la comarca avilesina ultiman varias actividades para rendir homenaje póstumo el próximo día 12 de julio a los 24 pescadores asturianos que fallecieron hace ahora 50 años en una de las peores galernas que se recuerdan en el Cantábrico, la que entre el 12 y el 15 de julio de 1961 causó la muerte de 83 personas en Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco, hundió 21 embarcaciones y dañó varias decenas más. Los muertos dejaron 53 viudas y 126 huérfanos; un buen número de ellos en localidades como Avilés, San Juan de la Arena, Candás y Cudillero. Los familiares de aquellos infortunados náufragos y algún superviviente de la tragedia siguen teniendo muy presentes a los que perecieron en el mar aquel fatídico mes de julio; en los próximos días su dolor será compartido por el conjunto de los vecinos de la comarca, que podrán participar en varios actos públicos con los que se quiere dejar testimonio de uno de los capítulos más negros de la historia pesquera de Avilés. 

La asociación de vecinos del Nodo de Avilés trabaja en la organización de dos exposiciones que podrán verse en el palacio de Valdecarzana y en la sala Ámbito de El Corte Inglés y que en ambos casos recogen documentación gráfica de la época que da idea de la magnitud del desastre vivido en 1961. Asimismo, se anuncian conferencias y un acto de homenaje a las víctimas, que también serán recordadas de modo muy especial durante la celebración de la Virgen del Carmen, el día 16, en la misa que concelebrarán varios sacerdotes en la parroquia del Poblado de Pescadores. De los nueve pescadores que fallecieron en la galerna del 61, seis eran vecinos del Nodo, donde aún viven algunas de sus viudas y otros familiares. También la Cofradía de Pescadores «Virgen de las Mareas», la Autoridad Portuaria de Avilés y la lonja pesquera tienen previsto sumarse a los homenajes, si bien aún no ha trascendido la aportación de cada una de estas instituciones. 

Otra localidad que está volcada en los actos conmemorativos del 50.º aniversario de la galerna es San Juan de la Arena, el puerto asturiano donde la galerna se cebó con más crudeza: doce muertos. Aquel día de julio de 1961, en plena costera del bonito y sin aviso previo del brusco giro que dio la meteorología, estaban embarcados en 23 lanchas un total de 302 arenescos. La herida de aquel zarpazo del Cantábrico dejó una tremenda cicatriz en la familia pescadora de la desembocadura del Nalón. 

La Asociación de Vecinos «Río Nalón» lleva el peso organizativo de los actos que servirán para recordar a los difuntos. El próximo sábado, día 9, se ha programado una conferencia en la Casa de Cultura de La Arena, a las 19.00 horas, que correrá a cargo del periodista avilesino Juan Manuel Wes, uno de los mayores expertos asturianos en materia de pesca. Ese mismo día se proyectará un documental de producción local que recoge testimonios y documentos gráficos de la galerna y del duelo que se vivió en los días posteriores. Asimismo, se inaugurará una exposición. El martes día 12, coincidiendo con los 50 años del inicio de la galerna, se oficiará una misa funeral con la presencia del arcipreste de Gijón, Adolfo Mariñas, y cantada por el coro parroquial de La Arena. En todos los casos, los responsables de la organización de estos homenajes solicitan la máxima participación popular para hacer patente el respeto por los que se quedaron para siempre en el Cantábrico.

La galerna de julio de 1961 tiñó de luto toda la costa cantábrica, donde causó 83 muertos y hundió 21 barcos. La prensa de la época se hizo eco de la consternación y del dolor popular.

GALERNA DEL 61



Medio siglo de luto pesquero «De aquella no llevábamos ni aros salvavidas»  «Había muchos murmullos e inquietud en el Nodo»  «El barco quedó bajo el agua en dos ocasiones»  «La galerna me dejó sin padre; yo tenía 6 años»  «Nunca he vuelto a ver la mar así de mala»

Medio siglo de luto pesquero «De aquella no llevábamos ni aros salvavidas» «Había muchos murmullos e inquietud en el Nodo» «El barco quedó bajo el agua en dos ocasiones» «La galerna me dejó sin padre; yo tenía 6 años» «Nunca he vuelto a ver la mar así de mala»

El recuerdo de la galerna de julio del 61 une a las gentes de la mar para rendir homenaje a los 24 muertos



Medio siglo de luto pesquero «De aquella no llevábamos ni aros salvavidas» «Había muchos murmullos e inquietud en el Nodo» «El barco quedó bajo el agua en dos ocasiones» «La galerna me dejó sin padre; yo tenía 6 años» «Nunca he vuelto a ver la mar así de mala» 

Francisco L. JIMÉNEZ / 
Ignacio PULIDO 
Estrella Rodríguez Vigil aún se emociona cuando narra lo sucedido entre el 12 y el 14 de julio de 1961. Cuando habla de la galerna en la que murieron su marido, Manuel Ángel Menéndez Marqués, y otros 23 asturianos sus ojillos vivarachos se humedecen y toda la energía que aún despliega a sus 84 años se desvanece. Su relato sobre aquel dramático episodio, mil veces repetido, plasma el estado de ánimo de quien ha vivido con una herida incurable en el corazón y, aún así, a fuerza de coraje fue capaz de sacar adelante una prole de cinco hijos y proclama hoy con orgullo que «nunca les faltó de nada». No hay resentimiento hacia la mar en las palabras de Estrella Rodríguez, si acaso un poso de cierta resignación; como esposa de pescador sabía de los riesgos de un naufragio. Era y es el sino del pescador. Lo dejó dicho Ernest Hemingway: «El mar es dulce y hermoso, pero también puede ser cruel». 

La crueldad del mar Cantábrico se puso de manifiesto en la galerna del 61, que sembró de luto los puertos de Avilés, San Juan de la Arena, Cudillero, Candás, Lastres y Llanes como nunca antes. Veinticuatro muertos en total -fueron 83 en toda la Cornisa-, doce de ellos de La Arena y ocho de Avilés, las localidades cuyas flotas salieron peor paradas. El próximo martes se cumplen 50 años de la galerna y las gentes de la mar no olvidan la catástrofe ni quieren que las generaciones jóvenes tengan como única referencia de aquella tragedia un apunte en los libros de Historia. Quedan supervivientes, viudas y huérfanos para contar lo ocurrido en primera persona y vecinos que en su día, en un alarde de solidaridad, se volcaron con las familias afectadas a los que agradecerles el gesto. Con esos mimbres y mucha ilusión las asociaciones vecinales del Nodo y de La Arena han preparado sendos programas de actividades que servirán para repasar lo ocurrido y rendir un homenaje póstumo a los muertos. 

Las crónicas de la galerna del 61 hablan de un «imponente temporal», de «irreparables consecuencias» y de «drama en los puertos». Los supervivientes describen el estado de la mar como «montañoso», lo que supone una categoría de grado 10 en la escala Beaufort, cuyo máximo es 12. Semejante graduación implica vientos de 48 a 55 nudos, olas muy altas (hasta 12 metros y medio) con crestas de espuma colgantes y baja visibilidad. Un infierno. «Los viejos siempre decían que las galernas duraban entre seis y ocho horas; la del 61 duró casi tres días, nunca se vio cosa igual», cuenta el pescador avilesino jubilado Pedro Solís, que vivió la galerna a bordo del «Angelina». 

La galerna de la que ahora se conmemora el cincuentenario pilló a la flota asturiana -más de 300 barcos- en plena costera del bonito. El Cantábrico enfureció de súbito y golpeó sin piedad a los pescadores. Se registraron 21 naufragios, con un saldo en todo el litoral de 83 muertos, 53 viudas y 126 huérfanos, algunos hijos póstumos como Paulina Menéndez, hija del tripulante del «Campo Eder» Paulino Menéndez Marqués. 

Los puertos de San Juan de la Arena y Avilés fueron duramente golpeados. El primero perdió a doce de los catorce tripulantes del «Águila del Mar», patroneado por Belarmino González, que salvó la vida junto al marinero José Cuervo. También se fue a pique el «Padre Nazareno», si bien la dotación tuvo la fortuna de ser rescatada sana y salva por un bou francés. De Avilés naufragaron el ya citado «Campo Eder» (tres víctimas de la misma familia, dos hermanos y un primo) y «La Fea» (cinco muertos, entre ellos un padre y su hijo). Nunca se recuperó cuerpo alguno. 

Los pescadores que salvaron la vida describen el horror vivido durante la galerna con la gallardía de los lobos de mar. Así lo contaron en su día algunos protagonistas: «Los barcos se pusieron a la capa (estabilizar el buque en la recalmada de las olas a la espera de que el mal tiempo amaine) pero viendo que la cosa se ponía cada vez más fea empezamos a correr la galerna (popa al viento) intentando llegar a algún puerto de refugio. Tras recoger los aparejos y trincar el utillaje de la cubierta, el grueso de los tripulantes se refugió en los ranchos (uno de los habitáculos del barco) y dos o tres personas quedaron al mando: el patrón al gobierno, y uno o dos marineros amarrados a los palos para avisar de los golpes de mar que llegaban. Y así una hora tras otra, pensando que aquello era el fin». 

En el caso del avilesino Pedro Solís lucharon con las olas durante un día y una noche. «Por todo elemento de seguridad llevábamos en el barco un chivato (una radio rudimentaria) y cogíamos el parte meterológico francés. Nada más, ni lancha salvavidas, ni chalecos, ni aro. Nada, íbamos a pecho descubierto», relata. 

La lección fue tan grande que la comunidad pesquera y las autoridades se concienciaron de la necesidad de revisar todo lo relacionado con la seguridad marítima. La galerna del 61 supuso el fin del vapor como medio de propulsión de los pesqueros y puso de manifiesto la uregencia de afrontar sin tardanza un proceso de renovación de la flota. Hubo avances en materia de capacitación de patrones y diseño de buques pesqueros (dejaron de construirse lanchas con popa en forma de cola de gallo, sustituidas por las actuales en forma de nuez), empezó a hablarse por vez primera en Asturias del concepto de seguridad en lo relacionado con la pesca y mejoraron las predicciones meteorológicas nacionales. 

Otras lecciones que dejó de la galerna del 61 fueron de índole humano. En primer lugar, el arrojo y la determinación que mostraron los marineros sorprendidos por el temporal a la hora de ayudar a otras naves y hombres en apuros. Ese código del mar que obliga a auxiliar a los náufragos en cualquier mar y circunstancia fue el que obedecieron ciegamente, por ejemplo, los tripulantes del «Aniceto Fernández», que salvaron de una muerte segura a doce de los tripulantes del «Campo Eder». 

La solidaridad que se desplegó en el mar tuvo continuidad en tierra. El lunes 17 de julio de 1961 la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery acogió el multitudinario funeral por los pescadores fallecidos en medio de un duelo generalizado y un silencio sepulcral. Escenas parecidas se vivieron en La Arena, donde lloraban a doce de los suyos. El barrio del Nodo y la cofradía «Virgen de las Mareas», en el caso de Avilés, se volcaron con las familias de los difuntos, el Estado prestó ayuda económica a viudas y huérfanos y la ciudadanía avilesina contribuyó a la causa con una suscripción popular que superó el medio millón de pesetas de la época. Los que entonces eran niños y se habían quedado huérfanos, como Manuel Ángel Menéndez, hoy empleado de la Casa del Mar, aún recuerdan cómo fueron reconfortados, consolados, mimados por sus vecinos del Nodo, gente que lleva salitre en las venas y que entendía mejor que nadie su desgracia. 

El tercer y último gesto que da idea de la pasta de la que están hechos los pescadores fue la entereza de ánimo con la que volvieron a la mar tras el duelo. Dice un dicho popular que «quien ha naufragado teme a la mar aún en calma». De ser verdad, los que vivieron la galerna del 61 hicieron de tripas corazón porque al día siguiente del funeral por los difuntos los primeros barcos zarparon en busca de bonitos. Otros se quedaron en puerto reparando los daños sufridos y se incorporaron a la costera con posterioridad. Incluso los tripulantes del «Campo Eder», que al haber perdido el barco fueron reubicados en otros. 

Medio siglo después nada de todo esto se olvida en los puertos asturianos y para que el recuerdo de la trágica galerna de 1961 perdure otros 50 años las gentes de la mar reinvidicarán en los próximos días la memoria colectiva de la catástrofe. Por los que se fueron, y por los que aún les lloran.

Pedro Solís Vilches Tripulante del «Angelina» 

«Una noche y un día estuvimos peleando con el oleaje, tratando de llegar a Santander. ¿Miedo? Yo tardé en ser consciente de la gravedad de lo que había pasado. Años después viví más galernas, pero en barcos más seguros. En 1961 por no llevar no llevábamos ni aros salvavidas a bordo».

Luisa Santos Su abuelo sobrevivió a la galerna 

«Había muchos murmullos y mucha inquietud por el barrio del Nodo. Cuando llegaba un barco bajábamos volando para el muelle, a ver cuál era y quiénes venían a bordo. Recuerdo los lloros, la pena. Mi abuelo, José Gándara, «El Coreano», vino en uno de aquellos barcos».

José Ángel Álvarez García Tripulante del «Deliciosa Vista» 

«Las olas eran inmensas. Nunca he vuelto a ver algo semejante. El barco llegó a quedar bajo el agua en dos ocasiones. Estuvimos a punto de hundirnos y llegaron a darnos por desaparecidos. Llegamos a La Arena el día 18 de julio. A los dos días, volvimos a la mar, con la guardia alzada».

Manuel Ángel Menéndez, «Luco» Huérfano de pescador 

«La galerna me dejó sin padre. Yo tenía seis años. Recuerdo a los vecinos del Nodo abrazándome, dándome besos... todos me cogían y me arropaban. Y eso me hizo presagiar, del modo en que lo hacen los niños, que algo malo había pasado pero entonces no sabía qué».

Manuel Fernández Argudín Tripulante del «Deliciosa Vista» 

«El día 11 el estado de la mar era muy bueno; el día 12 la mar se puso fatal. Nunca la he vuelto a ver así. Navegábamos con el viento en popa. Tuvimos que remolcar al «Puente Nuevo», patroneado por Kiko Coronel, un hombre muy curtido en la mar. Logramos salvarnos todos».

Memorias de una galerna

Estrella Rodríguez, viuda de uno de los pescadores fallecidos, Relata el infierno de la tragedia de 1961

Estrella Rodríguez con el retrato de su marido, Manuel Ángel Menéndez, fallecido en la Galerna del 61, ayer en El Nodo. Pablo Lorenzana

10/07/2011 00:00 / 
Han pasado cincuenta años, pero a Estrella Rodríguez Vigil aún se le saltan las lágrimas cuando recuerda la tragedia. La sombra de Campo Eder aún navega por las frías aguas de su memoria. La galerna de 1961 se llevó la vida de su marido, Manuel Ángel Menéndez, cuyo rostro conserva en una antigua foto con la que posa emocionada, en este sábado gris de verano plomizo, en su casa del viejo barrio de pescadores de Avilés, conocido por El Nodo, porque salió en un documental de la época.
Era el 12 de julio. El día había discurrido plácidamente en el poblado. Incluso había hecho sol. Nada hacía presagiar la gran tormenta que al caer la tarde se abatió sobre los más de doscientos barcos que estaban faenando en la costera del bonito, entre cien y cuatrocientas millas del Cabo de Peñas.
“Fue al oscurecer, escuchando la radio, en Onda Pesquera cuando nos enteramos de que había una galerna”, relata con los ojos empañados Estrella. Aquella noche fue la más larga de su vida. La pasó en vela rezando a Dios. Al día siguiente, por la mañana, les comunicaron que el Campo Eder, en el que iba su marido, un hermano y un primo, había naufragado.
Estrella hace un paréntesis ahogada por el dolor. Cuando ocurrió tenía 37 años y cinco hijos pequeños. El mundo se le vino encima de repente. El mar se tragó todas sus expectativas y su proyecto de vida.
Al mediodía su hermano y su suegro fueron a la capitanía marítima de Gijón. Allí les confirmaron que los tres habían desaparecido. Sus cuerpos nunca fueron recuperados. “No apareció ninguno de todos los barcos que se fueron a pique, ni gallegos ni vascos ni cántabros ni asturianos, nada”, repite esta mujer de 84 años a quien los golpes de la existencia no han arrebatado una envidiable vitalidad.
“Cuando se fueron de casa mis hijos fue cuando más comencé a echarlo en falta porque al principio, mi prioridad eran ellos”, comenta Estrella, que a la muerte de su marido se quedó con una pensión de mil pesetas y se puso a “cargar camiones de bonito en la rula” para sobrevivir y sacar adelante a sus vástagos.
Tras el desastre, tres de sus cinco hijos fueron trasladados al único colegio masculino que había en España para huérfanos de la marina, El Picacho, de Sanlúcar de Barrameda, porque a las niñas las llevaban a otro internado, en Galicia, al colegio Carmen Polo de Franco.
Aquella separación fue un nuevo golpe para ella. “Me resultó casi tan duro como la muerte de mi marido” explica Estrella con el corazón en un puño.
Madres coraje Su vida representa a docenas de mujeres, de “madres coraje”, que se abrieron paso sobreviviendo solas en aquellos tiempos difíciles, porque en los naufragios de aquella tormenta que duro tres días murieron 83 pescadores del Cantábrico (24 de Asturias) y se hundieron 21 embarcaciones.
“Otras muchas mujeres tuvieron que emigrar y mi madre fue una de ellas”, recuerda Juan Carlos Fernández Rouco, uno de aquellos niños que se quedaron sin padre.
Fernández recuerda que algunas madres, “en un esfuerzo titánico, por Pascua, hacían piña y tras un viaje épico de 36 horas en billete de ferrocarril de tercera, llegaban al colegio de San Lucar de Barrameda frescas, radiantes y alegres a ver a sus hijos para llenarlos de besos y abrazos”. Él que tenía a su madre en Francia, cuenta que también “había besos para los hijos de las compañeras que no podían ir”, al estar en otros países.
“Yo, un niño de seis años ávido de cariño y ternura los recibía como un bálsamo, pero no comprendía por qué mi madre no estaba allí. Y es que estaba en Francia rompiéndose la espalda para que pudiéramos salir adelante, tanto tiempo como para recibir una pensión de este país cuando se jubiló”, relata.
Homenaje en La Arena En La Arena, donde el temporal se cobró doce vidas (otras 9 en Avilés, una en Candás, otra en Cudillero y otra en Lastres), ayer se iniciaron los actos para recordar el desastre. En este pequeño pueblo marinero aún vive Belarmino González, el único superviviente asturiano, quien a sus 85 años no quiso asistir a las ceremonias de conmemoración debido a su edad. “Se emociona mucho y no ha querido venir”, explica Marta Badiola, presidenta de la asociación.
El martes se cumplen cincuenta años de la tragedia, pero Belarmino y Estrella no pueden olvidar. Aquella lejana tormenta sigue rugiendo aún en su interior con un latido de olas salvajes.