CASTRILLÓN JALPRI - ASTURIAS
Toda la información, fotos y videos sobre nuestro concejo de Castrillón
lunes, 25 de agosto de 2014
Un pionero de la aviación olvidado
El avilesino Manuel Menéndez Valdés protagonzió exhibiciones aéreas en las fiestas de San Agustín de 1914
ISMAEL JUÁREZ
23 agosto 2014
Manolo ‘La Casona’, como era conocido y todavía aún hoy recordado en Santiago del Monte, de donde era original, había llegado a ser ingeniero industrial en unos años en los que la aviación comenzaba a desarrollarse en Europa, aunque principalmente desde la órbita militar. Por ello, en 1913, el Ministerio de Fomento decidió crear la ENA (Escuela Nacional de Aviación) en Getafe, de carácter civil, y enviar a cuatro ingenieros industriales a Francia para formarse como pilotos y profesores. Uno de ellos fue Manuel Menéndez, que es descrito por los que tuvieron oportunidad de conocerle en su pueblo natal como «un hombre guapo, alto y fuerte, con fama de intrépido, con mucho señorío, que gustaba mucho a las mujeres y con gran don de gentes entre los hombres». Además de ejercer como uno de los primeros profesores de aviación civil en España, participó también en distintos festivales y competiciones aéreas que, inmediatamente antes del comienzo de la I Guerra Mundial, estaban en pleno auge.
Es en ese marco que la Sociedad de Fomento de Avilés, creada un año antes por un selecto grupo de personalidades avilesinas que intentaban llevar el progreso a la villa con la puesta en marcha de distintas iniciativas, se encargaron de organizar una serie de exhibiciones aéreas durante las Fiestas de San Agustín de 1914.
Aunque no era la primera vez que se veía un avión en la villa, la forma en que fueron organizados aquellos vuelos dentro del programa de fiestas, sí levanto revuelo y euforia en todo Avilés. Se había elegido un prado de Buenavista para el despegue y aterrizaje de un monoplano de la casa Deperdussin, anunciándose que la entrada sería gratuita para todos aquellos que no pudieran permitirse pagar una peseta por una silla o 60 pesetas por un lugar en la tribuna montada para la ocasión (el precio de un periódico de LA VOZ en 1914 era de 5 céntimos de peseta)
Así, en los días 23, 27 y 30 de agosto, el piloto castrillonense, ofreció una serie de vuelos acrobáticos de aproximadamente media hora de duración cada día, que, según cuentan las crónicas, levantó grandes aplausos y vítores entre el público asistente y múltiples elogios en la prensa.
Habrá que esperar a mayo de 1918 para saber de Manuel Menéndez, cuando llega a París, aún en guerra, después de que un antiguo proveedor de ENA le ofreciese un puesto de ingeniero en una fábrica de aeroplanos de dicha ciudad, donde se construían aviones de combate. Sin embargo, a las pocas semanas de llegar es detenido y acusado de boicotear el funcionamiento de los aviones y de pasar información al enemigo. «En el pueblo siempre se dijo que había sido espía, que le daba mensajes en clave a un alemán y luego le había traicionado una mujer. Pero a lo mejor sólo eran habladurías», dice con una sonrisa Olga Mieres, de Santiago del Monte y que conoció a Manuel Menéndez cuando era niña.
Lo cierto es que el piloto asturiano se declaró inocente siempre a pesar de ser torturado y condenado a muerte. Esperó a ser fusilado durante meses hasta que debido a que la guerra había ya terminado se le perdonó la vida por una pena de cadena perpetua a trabajos forzados en la Guayana francesa. Las condiciones de vida de los presos en aquel lugar eran terribles y desde el primer momento Manuel Menéndez decidió que tenía que fugarse. Y lo consiguió. Mucho antes de que Henri Charrière se fugara de la Isla del Diablo, y cuya historia sería mundialmente conocida por la película ‘Papillon’ (1973), Manuel Menéndez consiguió evadirse de una de aquellas cárceles de la Guayana, participando en la última parte de dicha fuga, sin que hubiera estado previsto en un principio, un empresario avilesino afincado en la Guayana holandesa.
Manuel Menéndez regresaría a Avilés y se instalaría en Gijón durante años, trabajando como ingeniero en CAMPSA. En 1929 publicaría un libro contando su experiencia en las cárceles de Francia y Sudamérica titulado ‘Siete meses condenado a muerte’. En 1974 se haría una reedición del mismo, con exactamente el mismo contenido aunque distinto título: ‘Regreso de la muerte’.
En Santiago del Monte cuentan que Manuel Menéndez Valdés moriría repentinamente años después en Jaén, lugar al que había sido destinado desde Gijón, después de que la empresa le «castigara» por sus ideas izquierdistas, en un tiempo en el que la dictadura no permitía semejantes inclinaciones.
Actualmente Manuel Menéndez, Manolo ‘La Casona’, nacido en el pueblo que eventualmente acogería el Aeropuerto de Asturias, está prácticamente olvidado de su tierra a pesar de haber sido uno de los primeros pilotos civiles de España, hasta el punto de que ninguna de las dos ediciones del libro que escribió pueden encontrarse en ninguna biblioteca pública de la comarca de Avilés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Entrada más reciente
Entrada antigua
Inicio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario