domingo, 11 de enero de 2015

El último viaje del 'botero' José Celesto

  • Fallece José María lvarez Gutiérrez, patrón de una de las familias dedicada a los pasajes de la ría

  • BORJA PINO
Hubo un tiempo en que el transporte por carretera aún no estaba plenamente implantado en Avilés, y en que la forma más práctica de cruzar la ría era recurrir a cualquiera de los servicios de pasaje existentes en sus márgenes. Hasta principios de los 80, varias familias se dedicaron a ese negocio, especialmente en la conocida como curva de Pachico. Y, hace seis días, falleció el último patrón de una de ellas: José María Álvarez Gutiérrez, popularmente llamado 'José Celesto', y que ejerció la labor de 'botero' durante la mayor parte de su vida.
Su hija, Mercedes Álvarez Prendes, se ha convertido en tesorera de la memoria de dos generaciones que encontraron en la mar no sólo una forma de ganarse la vida, sino una pasión. Desde la apertura, a finales del siglo XIX, del muelle sur de la dársena de San Juan, se hizo necesario establecer un servicio de tránsito de pasajeros de una orilla a otra, desde la escala de Antón a la rambla de Socapia. Así fue como, en la década de 1920, el padre de José María, Celestino 'Celesto' Álvarez, creó su propio sistema de pasaje.
«Mi padre mamó el mar desde pequeño, gracias a mi abuelo, que le llevaba tanto a pescar como a trabajar al pasaje; primero, en botes de remo, y luego, en lanchas a motor», afirma Mercedes Álvarez. Con su flota de más de veinte embarcaciones, todas de color azul decoradas con una franja blanca, llevaban de un lado a otro no sólo a los trabajadores del muelle, sino a cualquier otra persona que lo precisase. «Hacían el servicio de seis de la mañana a doce de la noche, por sólo una peseta. Y había colas larguísimas para conseguir sitio en los botes».
Con el asesinato de Celestino Álvarez en los primeros compases de la Guerra Civil, fue su hijo quien se hizo cargo del pasaje. «Era un hombre bueno y amable, muy culto, devorador de prensa. Se llevaba bien con todos, y la gente se sentía cómoda viajando con él», afirma su hija. El clima que se vivía en las barcas no distaba mucho del de un autobús moderno, pues los usuarios «charlaban de fútbol, de teatro...».
Pero el progreso pronto mostró sus garras, y para 1962 el pasaje había dejado de ser rentable para los 'Celesto'. «Había ya demasiados coches, y la gente ya no usaba tanto como antes las barcas, así que mi padre hizo un viaje final con su última lancha, la 'Rigel', y se marchó a trabajar a los muelles». La última familia 'botera', la 'Pequena', aún mantuvo el tránsito veinte años más, hasta su desaparición en 1983.
Mercedes Álvarez Prendes, hija del difunto José María Álvarez Gutiérrez, muestra una fotografía antigua en la que aparecen ambos.

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