lunes, 11 de abril de 2016

Huevos de tiburón azul en Zeluán

«Nos sorprendió encontrar tantas especies. La ría está llena de vida, es un ecosistema muy completo», aseguran los biólogos

J. F. G.
  • AVILÉS


  • El equipo de biólogos se llevó una grata sorpresa. Durante los tres meses de trabajo de campo en la ría avilesina encontraron «muchas especies animales. Pensamos que la ría está hipercontaminada, pero la realidad es que no está tan muerta. Bajo el agua hay mucha vida», afirma Miralles. El hallazgo más sorprendente se concretó en la playa de Zeluán, huevos de tintorera, el tiburón azul, especie cuyas hembras pueden aproximarse a los cuatro metros de longitud relativamente habitual en aguas europeas y la que más se pesca, hasta el punto de que su nombre figura en algunas listas de especies en peligro de extinción. «Lo más probable es que llegaran ahí por acción de las corrientes, no porque se depositaran directamente», tranquiliza la bióloga. En agosto de 2014 apareció un ejemplar muerto varado en la playa de Bayas.
    Lo que más encontraron fueron mejillones nativos, mucho más grandes que los pigmeos y fácilmente visibles en las paredes de la ría. También ostras. «La ría está llena de vida, es un ecosistema muy completo». El estudio no entró a analizar el nivel de contaminación, solo parámetros como la temperatura o los niveles de oxígeno, nitritos o nitratos, y según Laura Miralles, «estaban dentro de lo normal».
    La cada vez más evidentes proliferación de la vida animal y vegetal en la ría de Avilés se inició en la década de los años noventa del pasado siglo. Los primeros pasos se dieron en tierra firme, renovar y reconducir la red de saneamiento, costosas obras que exigieron levantar medio Avilés, con las inevitables molestias. Alcanzaron otro hito importante en 2005, cuando se retiró el mar de lodo que cubría la parte alta de la ría, a partir del puente de San Sebastián, un vertedero industrial ajeno a cualquier control del que manaba un fuerte hedor que en ocasiones llegaba hasta el corazón de la villa.
    Emisario submarino
    Queda un decisivo paso, conectar las empresas al colector industrial, entramado de 16 kilómetros de longitud que arranca en Tabaza, y canalizar hasta mar abierto los residuos que, una vez tratados en la depuradora de Maqua, hoy en día se vierten directamente a la ría.
    En el primer apartado, está previsto que el colector recoja los vertidos de empresas como Dupont, Fertiberia, ArcelorMittal, Asturiana de Zinc o Saint-Gobain. En este sentido, la consejera de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, Belén Fernández, anunció en octubre del año pasado durante una visita al Parque Empresarial Principado de Asturias que los enganches comenzarían a realizarse en los primeros meses del presente año.
    El colector también conducirá las aguas a la referida depuradora, donde se encuentra el cuello de botella. El emisario submarino que tras el proceso de depuración debería trasladarlas hasta mar adentro para liberaras a la altura de la playa de Xagó continúa sin entrar en servicio. Con un coste de dieciocho millones de euros, las obras se dieron por finalizadas en 2011.

    Aparece el cadáver de un pescador en la ría

    Aparece el cadáver de un pescador en la ría de Avilés
    / J. F. G.
    • Se trata de Juan Casanova, de 63 años, y Policía Nacional en segunda actividad

    • El cadáver de Juan Casanova Martínez, policía nacional en segunda actividad, ha aparecido esta mañana en la ría. Un amplio dispositivo de búsqueda formado por Bomberos, Guardia Civil y Policía Nacional lo ha encontrado alrededor de las 11.45 horas, tras la voz de alarma dada por un marinero que solía verlo pescar en el entorno del puerto pesquero y que, según ha manifestado a este periódico, en más de una ocasión le había advertido que uno de los lugares desde donde lanzaba la caña era peligroso, más para alguien como él, que tenía problemas de movilidad y contaba con el apoyo de un 'scooter' eléctrico para sus desplazamientos.
      Casanova acostumbraba a pescar solo al final del paseo de la ría, cerca del muelle pesquero, en la zona con barandilla pero, de vez en cuando, entraba en el mismo puerto pesquero y lo hacía desde la plataforma cercana al surtidor de combustible, donde no existe ninguna protección.
      El primero en darse cuenta hoy de su desaparición, a las 8.30 horas, fue el pescador que le había comentado alguna vez que aquel no era un buen sitio. Hoy, según vio el scooter sin ocupante y las cañas en la plataforma, se dio cuenta de que algo había pasado. Llamó a la Policía Portuaria y se montó un dispositivo de búsqueda que dio con el cuerpo del hombre, en la esquina del puerto, donde una baliza, a unos diez metros de la plataforma desde donde habría caído.
      El fallecido es hermano del propietario del bar Mesa, en Las Vegas.

    Memoria viva en la fosa común

    Memoria viva en la fosa común

    Los miembros del Ateneo Republicano de Castrillón rinden un homenaje a las víctimas del franquismo enterradas en Salinas

    11.04.2016 | 10:21
    Asistentes al homenaje en la fosa común de Salinas, ayer.
    Asistentes al homenaje en la fosa común de Salinas, ayer.
    El Ateneo Republicano de Castrillón organizó ayer un homenaje a las víctimas del franquismo y para ello eligió la fosa común del pinar de Salinas. El acto se celebró a pocos días de la celebración, el 14 de abril, del 85º aniversario de la proclamación de la II República Española.
    Una ofrenda floral y unas sentidas palabras fueron el sencillo homenaje de las familias y amigos a las víctimas de la represión franquista que están enterradas en la fosa común de Salinas en la que un monolito recuerda a las personas "que dieron su vida en su lucha por la libertad, la democracia y la república", según los presentes.
    Familiares, historiadores y asociaciones reivindicativas de la memoria histórica llevan años reclamando que se realice un estudio con un georradar y catas que permitan rastrear la existencia de restos de entre 50 y 100 fusilados y enterrados en la fosa común del pinar de Salinas por los franquista durante la guerra civil española (1936-1939).
    "El pinar de Salinas fue uno de los primeros lugares utilizados como fosa común dada su extensión, su localización y las condiciones del terreno. Las primeras víctimas aparecieron los días 22 y 23 de octubre de 1937 en la zona que linda con el instituto de Salinas", sostiene el historiador Pablo Martínez Corral

    Hallan en la ría de aviles cerca de la rula vieja el cadáver de un hombre ahogado

    Hallan en la ría de Avilés cerca de la rula vieja el cadáver de un hombre ahogado

    Los investigadores revelan que la víctima es Juan Casanova, policía prejubilado de 63 años que acudió regularmente a la zona para pescar

    11.04.2016 | 12:33
    Hallan en la ría de Avilés cerca de la rula vieja el cadáver de un hombre ahogado
    Hallan en la ría de Avilés cerca de la rula vieja el cadáver de un hombre ahogado
    El cadáver de un hombre ahogado ha sido hallado esta mañana en la ría de Avilés y traído a tierra. El cuerpo sin vida se halla depositado en el muelle pesquero a la espera de que un juez acuda al lugar para confirmar la muerte y autorizar el traslado del cadáver al Instituto Anatómico Forense, donde se le practicará la autopsia. Los indicios apuntan a que la causa de la muerte fue ahogamiento. Según fuentes oficiales, el fallecido es Juan Casanova Martínez, policía nacional prejubilado de 63 años, que acudía regularmente a pescar al entorno de la rula vieja. La alarma saltó a las 9 de la mañana cuando su silla de ruedas apareció flotando en el agua.
    Agentes de la Policía Nacional, de la Policía Local y el servicio de emergencias del Principado de Asturias buscaban desde primera hora de esta mañana a una persona que podría haberse precipitado a la ría de Avilés esta noche o esta mañana, según han informado fuentes del dispositivo de búsqueda a Europa Press.
    Las mismas fuentes señalan que hallaron una silla de ruedas flotando en la ría a primera hora de esta mañana, lo que dio pie a sospechar de que alguien se pudo haber precipitado.

    domingo, 10 de abril de 2016

    El fuerte oleaje deposita un delfin muerto en la playa de Salinas, a la altura de los edificios Gauzones

    El fuerte oleaje deposita un delfín muerto en la playa de Salinas, a la altura de los edificios "Gauzones"

    10.04.2016 | 05:41

    Los fuertes temporales de los últimos días arrastraron hasta la playa de Salinas a un delfín muerto. El animal fue localizado al mediodía de ayer por varios vecinos que lo divisaron desde el paseo marítimo, a la altura de los edificios "Gauzones". El delfín, posiblemente una cría por sus dimensiones, fue arrastrado de nuevo por las olas cuando subió la marea por lo que los restos del cetáceo no pudieron ser recuperados. Hace un mes, los restos de un rorcual que presentaba varias heridas quedaron varados en la playa de San Juan de Nieva, informa Inés MONTES.


    El delfín muerto en la playa de Salinas.

    sábado, 19 de marzo de 2016

    Siete minutos para perder un carguero -El Luchana-

    Lne.es » Avilés

    Siete minutos para perder un carguero

    l Se cumplen veinticinco años del hundimiento frente a las costas avilesinas del «Luchana»
    l El pesquero «Llorca Primero» salvó a veintiún de los veinticinco tripulantes del bulcarrier

    Saúl FERNÁNDEZEl mar sólo necesitó siete minutos para tragarse el «Luchana». A las siete y cuarto de la tarde del 15 de enero de 1986 el bulcarrier bilbaíno, cargado con 13.400 toneladas de mineral de hierro con destino a los altos hornos de Ensidesa, se fundió con las olas para siempre. La sala de máquinas del navío fue la sepultura de tres de los veinticinco tripulantes y dos familiares a bordo del «Luchana». La cuarta víctima falleció en la cama del hospital San Agustín con síntomas de ahogamiento.

    El hundimiento del «Luchana» coincidió en el tiempo con el accidente del «Castillo de Salas», frente a las costas de Gijón. Y esta coincidencia hundió en el olvido la tragedia del bulcarrier vasco. Hoy se cumplen veinticinco años de aquel accidente, de aquella mala mar y de aquellos pescadores del «Llorca Primero» que salvaron a casi toda la tripulación de morir entre las olas.

    A las seis de la tarde de aquel 15 de enero se escuchó en el puente de mando una orden proveniente del Puerto de Avilés: el «Luchana» tenía que posponer las maniobras de atraque hasta la próxima marea a causa del mal tiempo. A aquella hora de la tarde los muelles locales no estaban oficialmente cerrados. José Fabra Vila, el capitán del «Luchana», ordenó entonces poner proa al viento para intentar salvar la mala mar. Así se mantuvo el carguero durante algo más de una hora. Pasadas las 19.10 de la tarde, cuando el «Luchana» se encontraba a seis millas del cabo de Peñas, se escuchó un fuerte ruido cerca de la cuarta bodega del bulcarrier. A continuación se produjo un temblor que conmocionó a la tripulación. El motor principal del barco se paró y el mar comenzó a tragarse el navío: el «Luchana» se había partido en dos.

    Saltaron las alarmas. Fabra Vila ordenó emitir un mensaje de socorro y abandonar el barco. Veintiún marineros obedecieron. En la sala de máquinas se quedaron el Jefe de Máquinas y el primero y el segundo oficiales. José Manuel Velasco, corresponsal de LA NUEVA ESPAÑA en Avilés en aquellos años, escribió en la crónica del 17 de enero: «La heroica actuación de los maquinistas del "Luchana" -los tres tripulantes desaparecidos que no obecedieron a la orden del capitán de abandonar buque y regresaron a la sala de máquinas para mantener la iluminación en cubierta- constituyó un factor fundamental para el salvamento del resto de los tripulantes, que fueron recogidos por un remolcador y dos pesqueros». La luz en enero no era propicia y durante algo más de media hora los marineros del «Luchana» trataban de alcanzar la costa. Mientras tanto, los remolcadores «Arañón», «Nieva» y Adelantado», la lancha de la Cruz Roja, el bulcarrier «Marcoverde» y el pesquero «Llorca Primero» se fueron acercando al lugar del accidente.

    El «Llorca Primero» salvó a los náufragos. El pesquero, con base en Avilés, estaba patroneado por Juan Llorca, que actualmente, con noventa y tres años, continúa viviendo en Gijón, la ciudad en la que nació. El pesquero había acabado la faena cuando escuchó el SOS del «Luchana». Llorca, lo recuerda su esposa, no dudó en virar en busca de los marineros del bulcarrier. La tripulación del pesquero estaba formada por once personas que no se rindieron hasta dar con casi todos los trabajadores accidentados.

    Las crónicas periodísticas de la jornada se cerraron, sin embargo, con el balance de tres desaparecidos y cuatro heridos graves. Los maquinistas que se llevó el mar fueron Félix Frúñiz Urrutia, de cincuenta años; José Ignacio García Zarandona, de veintinueve y Fernando Iglesias López, de cuarenta y nueve. Los tres fueron condecorados, a título póstumo, con la Medalla de Oro de la Cruz Roja. La cuarta víctima, el contramaestre, murió en tierra y se llamaba Abel Santiago Brión.

    Los marineros y el patrón del «Llorca Primero» fueron reconocidos con la Medalla de Plata de la Cruz Roja. El armador de «La Austera» obtuvo la Medalla de Bronce y el capitán del «Marcoverde», el patrón y las tripulaciones del remolcador «Nieva» y el pesquero «La Austera» recibieron, por su parte, Diplomas de Voto de Gracias.

    El «Luchana» fue construido por la Compañía Euskalduna de Bilbao. Se botó en 1963, es decir, en el momento de su hundimiento contaba con veintitrés años. Desde 1972 el barco surcaba los mares como bulcarrier, esto es, carguero de graneles.

    La carrera de accidentes del «Luchana» fue larga, pero fue en 1981 cuando sufrió una grieta a la altura de la primera bodega. Este accidente le dejó sin licencia de navegación, que tuvo que ser remolcado a las costas españolas desde los Estados Unidos. En 1985 sufrió un grave incendio en el puerto brasileño de Paranaguá. A finales de aquel año regresó a España, descargó en Sevilla el granel brasileño y tomó rumbo a Almería, ciudad en la que cargó sus últimas 13.400 toneladas de mineral de hierro, que tardaron solamente siete minutos en tocar fondo. Hace veinticinco años.

    Viaje submarino al Luchana

    AVILES - La voz de Aviles

    Viaje submarino al 'Luchana'

    LA VOZ acompaña al equipo de filmación de los restos del buque hundido en 1986 frente a la costa de San Esteban de Pravia
    Viaje submarino al Luchana
    El buque 'Luchana', un bulkarrier que naufragó frente a la costa avilesina hace 26 años, era hasta esta misma semana uno de los objetivos más perseguidos por los submarinistas del Cantábrico. Hundido a cien metros de profundidad en un punto que dista unas nueve millas del puerto de San Esteban de Pravia, hasta el momento sólo se había podido llegar en una ocasión a sus restos, en una inmersión que, por varios imponderables, no resultó todo lo fructífera que sus responsables habían esperado.
    Quince meses después, el mismo equipo de buzos ha vuelto a intentarlo, superando la prueba con éxito y sentando un precedente «para hacer un tercer descenso... y los que hagan falta», afirma con satisfacción el veterano submarinista Joseba Alberdi. Pionero de esta disciplina en el norte de España, Alberdi dirige una escuela de buceo en Laredo y atesora en su currículum las inmersiones más difíciles que el Cantábrico esconde bajo sus aguas. Aunque él prefiera minimizar sus éxitos y disfrutar de un deporte que, con sus dificultades y riesgos, es capaz de brindar las emociones que sólo lo inexplorado y lo desconocido pueden dar.
    Lógicamente, Alberdi no estuvo solo en la experiencia del pasado jueves. Porque sin sus compañeros Gabriel López, Dani Arceniega e Iván Calvo, más la logística de Javier Mérida, Marcos Pardo y Santiago González, «habría sido imposible», afirma con la sonrisa del triunfo aún fresca.

    A primera hora de la mañana del pasado jueves, el pantalán del puerto de San Esteban era escenario de un trajín poco habitual para la localidad murense. Equipos de buceo de última generación en forma de neoprenos, botellas de aire, reguladores de oxígeno, nitrógeno y helio o cámaras de vídeo preparadas para soportar las elevadísimas presiones de la profundidad, entre otras muestras de tecnología, avisaban que la esperada hora de abordar el 'Luchana' había llegado.
    Un ligero nerviosismo entre los protagonistas de la inmersión se podía percibir en las conversaciones. Y es que «el riesgo en bajar a tantos metros bajo la superficie existe, sólo hay que minimizarlo siguiendo punto por punto el protocolo de actuación», según la explicaciones de Javier Mérida, coordinador de una acción «que hay que preparar con mucha antelación, estando pendientes de factores como la previsión meteorológica, el estado de visibilidad del agua y también de mover equipos y personas que se hacen sus kilómetros para colaborar con su tiempo y disponibilidad; el margen de improvisación es estrechísimo», afirma.
    Esto lo corrobora Marcos Pardo, otro avezado submarinista y técnico en inmersiones, que rebate varios lugares comunes de una actividad compleja. «El único riesgo ahí abajo es ahogarse», señala para aclarar que «la presión convierte el nitrógeno del aire en un narcótico, con lo cual hay que cambiar el combinado de gases que respiran los buzos». A este fin, apunta a las voluminosas botellas que los submarinistas van a cargar a sus espaldas. «No los llames 'bombonas de oxígeno' porque no tiene nada que ver con las de los hospitales», indica. «Lo que contienen respectivamente es aire y unos preparados de gases respirables que se llaman 'nitrox' y 'trimix'». Se trata de mezclas proporcionales de oxígeno, helio y nitrógeno «que reducen la concentración de este último, evitando así la narcosis». Y es que si este estado llega «se pierde la noción de la realidad, el cerebro se embota y es ahí donde está la frontera entre la vida y la muerte», explica.
    Las dos horas y media que durará el descenso al pecio del barco serán aprovechadas al máximo «por medio de los 'rebreathers', unos dispositivos que economizan y reciclan todos los contenidos de las botellas para poder respirar eficazmente», señalan Marcos y Javier. En total, cada buzo «cargará con unos 130 kilos a las espaldas; fuera del agua son como inválidos, pero dentro se mueven perfectamente», indican ambos técnicos.
    «¡Ahí está el 'Luchana'!»
    Entre estas explicaciones, la expedición ya se ha hecho a la mar. Santiago González, patrón del barco 'Damabiah' es quien traslada a los cuatro buzos al punto de inmersión. Experto navegante y buen conocedor de la historia del 'Luchana', mide con tranquilidad la posición y controla el suelo marino por medio de los dos radares de a bordo. La radio informa que el estado de la mar es de marejadilla a marejada. Dani Arceniega, pese a su prolongada experiencia, no oculta su preocupación. «Va a ser difícil salir con esta mar». ¿Habrá algún problema bajo el agua? «No, debajo no, lo malo es cómo subir a la superficie si la mar anda picada», matiza. Gabriel López, el más tranquilo de todos, bromea sobre los errores en la anterior inmersión, mientras que Iván Calvo, el único asturiano que descenderá al fondo, reflexiona sobre la que va a ser su récord personal de profundidad, sin perder la calma, pero sin abandonar tampoco la actitud vigilante.
    Así, entre anécdotas sobre expolios a barcos hundidos, experiencias relativas a coleccionistas de ánforas romanas y alguna confidencia sobre tesoros rescatados de modo rocambolesco, la conversación se detiene ante el aviso de Santiago a la tropa de submarinistas. «Amigos, ¡ahí está el 'Luchana'!», exclama apuntando a la pantalla de colores del sonar. Confirmadas la posición y la profundidad, Alberdi da la orden: «Lo que hemos hablado, punto por punto y sin cambios, ¿correcto?». Y se hace el silencio.
    A partir de este momento, el protocolo es firme. Se van ajustando trajes, botellas, gafas y equipo de cine. Adaptan los tubos de aire, y por orden -Joseba, Iván, Dani y Gabriel- se lanzan a las frías aguas del Cantábrico. Sus cabezas desaparecen hacia las profundidades, mientras la zodiac de apoyo y el 'Damabiah' dan vueltas alrededor de la boya que guía a los cuatro submarinistas. Al fondo del cabo que la une al contrapeso de la sonda, si nada se tuerce, estará el carguero, del que esperan sacar un reportaje de vídeo y, sobre todo, obtener un dato que dilucide de la polémica del naufragio, otro fin de la expedición.
    Mientras Mérida y Pardo se quedan en el barco, los cuatro buzos se vuelcan en su aventura. Tras la adaptación al medio, descienden al fondo, donde sólo podrán permanecer un cuarto de hora escaso. Luego, a unos ocho metros de la superficie, tendrán que estar una hora en descompresión. Y tras la incertidumbre, aparece la figura de Joseba Alberdi haciendo un gesto de júbilo.
    Hinchados por la presión, chorreando agua por los neoprenos, la voz aguda por el helio y con un agotamiento que no vence la alegría, Alberdi, Iván, Dani y Gabriel trepan a cubierta antes de relatar una expedición para el recuerdo. Y Joseba resume lo visto ahí abajo. «El 'Luchana' se partió efectivamente por la mitad; está seccionado en ángulo casi recto, hemos grabado todo para quien quiera comprobarlo», afirma triunfante. Una placa de homenaje a los marinos fallecidos aquel 15 de enero del 86 ha quedado en la quilla como testigo de la inmersión. Entre efusiones y abrazos, toca volver a puerto. El éxito merece celebrarse en torno a una mesa.