Los arqueólogos han restaurado en los últimos meses las estancias privadas del rey Alfonso III, el muro que recorre el Peñón de Raíces y la puerta de entrada a la fortaleza
Raíces, Inés MONTES
Las restauraciones realizadas durante las dos últimas campañas de excavaciones arqueológicas en el castillo de Gauzón tuvieron como objetivo proteger el yacimiento y facilitar su comprensión al gran público; los primeros resultados de esos trabajos ya son visibles. El equipo de arqueólogos que dirigen Iván Muñiz y Alejandro García terminó esta semana el trabajo de campo en el Peñón de Raíces con la protección de los elementos del castillo de Gauzón sacados a la luz durante el verano; ahora comienza la labor en el laboratorio provisional ubicado en el centro de interpretación de Raíces Viejo para redactar la memoria de esta sexta campaña de excavaciones mientras se espera la llegada de los resultados de la prueba del carbono 14 que se mandó hacer a varios restos orgánicos de madera encontrados en la fortaleza.
«En los dos últimos años hemos realizado una serie de trabajos que van a permitir en ciertaa manera que el castillo de Gauzón vuelva a la vida y sea capaz de contar su propia historia con un lenguaje comprensible para todos los públicos. Ese es uno de los grandes objetivos del proyecto: la arqueología debe convertir los vestigios del pasado en patrimonio del presente», señaló Iván Muñiz.
Los trabajos de restauración que los arqueólogos comenzaron el pasado 1 de junio se centraron en las distintas construcciones recuperadas, tanto en las excavaciones que realizó Vicente José González en la década de los años 70 del siglo pasado como en las iniciadas en 2007.
«El trabajo ha sido muy minucioso, hemos sacado muestras de los morteros empleados en los muros y en los suelos para hacer las restauraciones empleando las mismas piedras de los derrumbes y, cuando esa se nos agotó, buscamos en las canteras piedras lo más parecidas posibles a las originales», explicó Muñiz. Tras esta sexta campaña, ya se puede hacer una idea de la magnitud que tuvo el castillo de Gauzón.
Las zonas restauradas constituyen sólo una parte de lo que podrán ver los futuros visitantes, pero facilitan un instructivo recorrido por la fortaleza. «Una de las grandes joyas del castillo son las habitaciones de Alfonso III, un conjunto arqueológico único que por sí solo ya merece la pena», asegura el arqueólogo.
De las restauraciones realizadas se puede intuir que el rey Alfonso III ordenó a los constructores del castillo de Gauzón que edificaran en la fortaleza estancias semejantes a las que poseía en Oviedo, aunque más pequeñas para que se adaptaran al tamaño del promontorio. «En el espacio recuperado puede verse una gran sala con pavimentos de hormigón a la manera romana y esquinado, un llar o chimenea para calentarla. Desde esa estancia se penetra en el baño, un pequeño estanque con desagüe y un hueco donde seguramente existió una cisterna o una tina», explica Muñiz.
Otro de los elementos restaurados es el largo muro que separa la acrópolis o zona militar y el callejón que servía de paso entre este espacio y la zona residencial del rey. «A sus pies, en la etapa de los reyes de Asturias existió una zona metalúrgica destinada a fabricar o reparar herramientas, armas y otros objetos», indica Iván Muñiz. Todos esos muros formaban parte de una sucesión de terrazas que iban descendiendo hacia el norte. «Lo que hemos podido ver es que el castillo se organizó de una manera planificada, como una ciudad con distintas zonas».
Asimismo, los arqueólogos trabajaron en las estructuras de la puerta de entrada, una construcción enorme para la época, pues la muralla tiene en ese punto 3,20 metros de anchura. Los últimos trabajos de restauración se centraron en el muro que recorre el peñón en el costado occidental, el que se dirige hacia Raíces Viejo. Es el muro más antiguo, pues data de los siglos VII y VIII.
«En las próximas campañas procederemos a recrear y consolidar esos muros y será el momento de hacer que el castillo de Gauzón sea una realidad y se puedan organizar visitas turísticas», concluyó Muñiz.
Raíces, Inés MONTES
Las restauraciones realizadas durante las dos últimas campañas de excavaciones arqueológicas en el castillo de Gauzón tuvieron como objetivo proteger el yacimiento y facilitar su comprensión al gran público; los primeros resultados de esos trabajos ya son visibles. El equipo de arqueólogos que dirigen Iván Muñiz y Alejandro García terminó esta semana el trabajo de campo en el Peñón de Raíces con la protección de los elementos del castillo de Gauzón sacados a la luz durante el verano; ahora comienza la labor en el laboratorio provisional ubicado en el centro de interpretación de Raíces Viejo para redactar la memoria de esta sexta campaña de excavaciones mientras se espera la llegada de los resultados de la prueba del carbono 14 que se mandó hacer a varios restos orgánicos de madera encontrados en la fortaleza.
«En los dos últimos años hemos realizado una serie de trabajos que van a permitir en ciertaa manera que el castillo de Gauzón vuelva a la vida y sea capaz de contar su propia historia con un lenguaje comprensible para todos los públicos. Ese es uno de los grandes objetivos del proyecto: la arqueología debe convertir los vestigios del pasado en patrimonio del presente», señaló Iván Muñiz.
Los trabajos de restauración que los arqueólogos comenzaron el pasado 1 de junio se centraron en las distintas construcciones recuperadas, tanto en las excavaciones que realizó Vicente José González en la década de los años 70 del siglo pasado como en las iniciadas en 2007.
«El trabajo ha sido muy minucioso, hemos sacado muestras de los morteros empleados en los muros y en los suelos para hacer las restauraciones empleando las mismas piedras de los derrumbes y, cuando esa se nos agotó, buscamos en las canteras piedras lo más parecidas posibles a las originales», explicó Muñiz. Tras esta sexta campaña, ya se puede hacer una idea de la magnitud que tuvo el castillo de Gauzón.
Las zonas restauradas constituyen sólo una parte de lo que podrán ver los futuros visitantes, pero facilitan un instructivo recorrido por la fortaleza. «Una de las grandes joyas del castillo son las habitaciones de Alfonso III, un conjunto arqueológico único que por sí solo ya merece la pena», asegura el arqueólogo.
De las restauraciones realizadas se puede intuir que el rey Alfonso III ordenó a los constructores del castillo de Gauzón que edificaran en la fortaleza estancias semejantes a las que poseía en Oviedo, aunque más pequeñas para que se adaptaran al tamaño del promontorio. «En el espacio recuperado puede verse una gran sala con pavimentos de hormigón a la manera romana y esquinado, un llar o chimenea para calentarla. Desde esa estancia se penetra en el baño, un pequeño estanque con desagüe y un hueco donde seguramente existió una cisterna o una tina», explica Muñiz.
Otro de los elementos restaurados es el largo muro que separa la acrópolis o zona militar y el callejón que servía de paso entre este espacio y la zona residencial del rey. «A sus pies, en la etapa de los reyes de Asturias existió una zona metalúrgica destinada a fabricar o reparar herramientas, armas y otros objetos», indica Iván Muñiz. Todos esos muros formaban parte de una sucesión de terrazas que iban descendiendo hacia el norte. «Lo que hemos podido ver es que el castillo se organizó de una manera planificada, como una ciudad con distintas zonas».
Asimismo, los arqueólogos trabajaron en las estructuras de la puerta de entrada, una construcción enorme para la época, pues la muralla tiene en ese punto 3,20 metros de anchura. Los últimos trabajos de restauración se centraron en el muro que recorre el peñón en el costado occidental, el que se dirige hacia Raíces Viejo. Es el muro más antiguo, pues data de los siglos VII y VIII.
«En las próximas campañas procederemos a recrear y consolidar esos muros y será el momento de hacer que el castillo de Gauzón sea una realidad y se puedan organizar visitas turísticas», concluyó Muñiz.
En primer término, parte de la muralla; al fondo, Asturiana de Zinc, y, a la derecha, Raíces Nuevo. ricardo solís