Luis Laria, de la Cepesma: «En la fosa submarina el recurso alimentario es abundante para los calamares gigantes»
Myriam MANCISIDOR
El kraken existe. Aquel monstruo que imaginó Julio Verne con «tentáculos que pueden abrazar un buque de quinientas toneladas y llevárselo a los abismos del océano» ha sido filmado por primera vez nadando majestuosamente a más de 600 metros de profundidad en el Pacífico, cerca de la isla de Chichijima, en las proximidades de Tokio (Japón). Cuerpo de plata, ojos negros, inmensos... El «Architeuthis dux» (calamar gigante) era, hasta el momento, un desconocido. Tanto es así que hasta hace relativamente poco tiempo se pensó que su existencia era fruto de la febril imaginación de los marineros. Pero nada más lejos de la realidad: el kraken de 2013 ha sido pillado «in fraganti» en su medio natural.
El responsable de la Coordinadora para la Protección de las Especies Marinas (Cepesma), Luis Laria, lleva ya años estudiando y difundiendo las características de esta especie colosal que, salvando las distancias, podría compararse con un dinosaurio en tierra. No es de extrañar. En Asturias, el kraken tiene, incluso, nombre propio: «Peludín», como le conocen los lobos de mar de la región. «Atendiendo a los registros de varamientos llama la atención la especial incidencia de éstos en las aguas asturianas donde se han contabilizado un total de 49 varamientos desde el año 1952», explica Laria.
Agrega: «La frecuencia de estos hallazgos se debe a la existencia de una zona denominada Caladero de Carrandi y otras como el Cañón de Avilés, una fosa submarina localizada a 7 millas de la costa y que alcanza los 4.750 metros de profundidad donde le son ventajosas las particularidades orográficas y las corrientes marinas. En este enclave el recurso alimentario es, además, abundante». En este paraje misterioso -a partir de los 80 metros reina la oscuridad, en la zona afótica en el Cañón de Avilés- asegura Laria que reside «Peludín», el gigante de las aguas que desde hace días lidera audiencias. La cadena nipona NHK y la estadounidense Discovery Channel han dado a conocer días atrás imágenes del «Architeuthis dux» tomadas el pasado verano. En estas tareas colaboró también la Cepesma, que aportó a la productora documentación sobre estos cefalópodos.
«El calamar gigante Architeuthis es una especie cosmopolita que habita en todos los océanos del mundo excepto en aguas polares y en el área comprendida entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio», sentencia Laria. Y Asturias les gusta. Aunque los registros de esta especie en la región son siempre fruto de varamientos: alrededor de un 80 por ciento responde a capturas accidentales por artes de arrastre. «El resto de varamientos (cinco ejemplares en el año 2001 y cuatro en 2003) coinciden con la presencia de barcos que realizaban trabajos de investigaciones geofísica para conocer reservas de petróleo y gas natural en los fondos marinos». Las cifras que maneja Luis Laria indican, así, que aquel escurridizo calamar gigante al que dio protagonismo Herman Melville en «Moby Dick» era más que ciencia ficción.
Pero, ¿cómo es un «Architeuthis dux»? Luis Laria explica las características de estos gigantescos invertebrados que sólo poseen un pequeño huesecillo dentro de cada uno de sus tímpanos llamado estatolito.
l Tentáculos. Son extremadamente largos. Una hembra adulta puede llegar a tener un cuerpo de dos metros y medio de manto, más una cabeza de hasta ochenta centímetros de largo. La longitud total de estos animales puede alcanzar entre 18 y 20 metros, lo que significa que los tentáculos miden entre catorce y dieciséis metros de longitud. El ejemplar grabado hace unos meses por la cadena japonesa NHK tiene siete metros de longitud. Según la estimación de la Cepesma, no tiene todos los tentáculos principales, «posiblemente por la acción depredadora de algún animal, como tiburones, cachalotes e, incluso, algún congénere».
l Ojos y boca. Los ojos de los «peludines» están considerados los más grandes del reino animal, aunque no se descarta que el calamar colosal los tenga aún más grandes. Su boca cuenta con dos mandíbulas semejantes al pico de un loro, y de una rádula. Este pico está constituido por material fibroso muy duro (quitina). Sus bordes son afilados y cortantes permitiéndole romper caparazones de crustáceos, conchas y huesos. La rádula es una cinta sobre la que están fijados dientes minúsculos dispuestos en hileras transversales de siete piezas cada una. Su función es similar a la de una lengua rasposa: arrancar partes carnosas de estructuras duras.
l Manto. El manto del «Architeuthis dux» es un saco muscular fusiforme que contiene los órganos internos. Está constituido por tres capas musculares y la piel, todas bajo control nervioso. La musculatura del manto es la responsable de sus movimientos respiratorios, y del sistema de propulsión a chorro de los cefalópodos. La piel tiene numerosas bolsas y células con pigmentos responsables de la coloración y de los cambios de color del animal.
l Aletas. Los calamares gigantes poseen un par de aletas en el extremo del manto, de pequeño tamaño con los márgenes posteriores cóncavos. Estas aletas probablemente, a juicio de Laria, cum plan una función más de estabilización que de propulsión.
l Sexo. Como todos los cefalópodos, los sexos del calamar gigante están separados: siempre hay machos y hembras. Aunque en larvas y juveniles es difícil diferencias entre ambos sexos, a medida que el animal crece y va madurando aparecen diferencias morfológicas claros entre un sexo y otro. Estas diferencias, que permiten distinguirles externamente, se denominan dismorfismo sexual y se deben al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Las hembras alcanzan tamaños más grandes que los machos. Su sistema de reproducción es por copulación. El pene del macho está muy desarrollado y sobresale varios centímetros por fuera del manto por lo cual parece probable, siempre según el coordinador de la Cepesma, que lo utilicen para traspasar directamente los espermatóforos a la hembra.
l Uso. El «peludín» no es comestible debido a su alto contenido de amoniaco que él mismo origina en su sistema.
El «Architeuthis dux» es, pues, una rareza zoológica que posee tres corazones y un cerebro desarrollado. Para dar con él es necesario que los científicos protagonicen largos viajes al mundo submarino, como los de Julio Verne pero con un kraken de tentáculos reales y ojos oscuros, gigantes.
Los expertos creen que el Principado tiene dos características naturales y otras dos sociales que hacen que estos cefalópodos tengan su «sede» en la región: los cañones submarinos que cortan transversalmente la plataforma, y que llegan hasta 20 o 30 millas de la costa son una de ellas y los bancos de «bacaladilla», su presa mayor según lo encontrado en sus estómagos. Esta especie come diariamente entre el ocho y el diez por ciento de su peso (una media de 100 kilos). La sensibilidad de los hombres de mar hacia esta especie de grandes dimensiones y el trabajo de la Cepesma también ha contribuido a el calamar gigante se haya asentado en Asturias. Así lo aseguraba el pasado octubre Ángel Guerra, investigador del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC), durante una visita a Luarca (Valdés).
El Cañón de Avilés, a la hora de hacer alusión a las simas abisales asturianas, es uno de los lugares de mayor importancia para los «peludines», como conocen los marineros a los «Architeuthis dux». Avilés cuenta con el tercer cañón del mundo por su cercanía a la costa. La herida continental de la falla de Ventaniella, una fractura geológica que se diluye en las profundidades marinas, da origen a un accidente geográfico que a tan sólo ocho millas de la entrada de la ría alcanza 4.000 metros de profundidad.
En este enclave misterioso hay secretos que poco a poco salen a la luz. Científicos de diversa índole han protagonizado en los últimos tiempos campañas de estudio e investigación. Entre los hallazgos más destacados figura uno de los mayores arrecifes de coral blanco de Europa. Así, pues, corales de aguas frías, agregaciones de esponjas y erizos de profundidad son algunas de las especies que han descubierto los científicos del Instituto Español de Oceanografía a casi dos kilómetros bajo la superficie del mar. La vida bulle en el cañón de Avilés.
Pero aún hay más. Científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) mostraron recientemente su sorpresa por encontrar reclutas de merluza a grandes profundidades y en un cañón submarino, lo que su supuso una auténtica primicia para los conocimientos que se tenían hasta la fecha sobre esta importante especie de interés comercial que mantiene a gran parte de la flota pesquera asturiana. El próximo reto tal vez sea filmar, como en Japón, a los «peludines» en su medio natural. El Cañón de Avilés aún esconde muchos secretos.
Myriam MANCISIDOR
El kraken existe. Aquel monstruo que imaginó Julio Verne con «tentáculos que pueden abrazar un buque de quinientas toneladas y llevárselo a los abismos del océano» ha sido filmado por primera vez nadando majestuosamente a más de 600 metros de profundidad en el Pacífico, cerca de la isla de Chichijima, en las proximidades de Tokio (Japón). Cuerpo de plata, ojos negros, inmensos... El «Architeuthis dux» (calamar gigante) era, hasta el momento, un desconocido. Tanto es así que hasta hace relativamente poco tiempo se pensó que su existencia era fruto de la febril imaginación de los marineros. Pero nada más lejos de la realidad: el kraken de 2013 ha sido pillado «in fraganti» en su medio natural.
El responsable de la Coordinadora para la Protección de las Especies Marinas (Cepesma), Luis Laria, lleva ya años estudiando y difundiendo las características de esta especie colosal que, salvando las distancias, podría compararse con un dinosaurio en tierra. No es de extrañar. En Asturias, el kraken tiene, incluso, nombre propio: «Peludín», como le conocen los lobos de mar de la región. «Atendiendo a los registros de varamientos llama la atención la especial incidencia de éstos en las aguas asturianas donde se han contabilizado un total de 49 varamientos desde el año 1952», explica Laria.
Agrega: «La frecuencia de estos hallazgos se debe a la existencia de una zona denominada Caladero de Carrandi y otras como el Cañón de Avilés, una fosa submarina localizada a 7 millas de la costa y que alcanza los 4.750 metros de profundidad donde le son ventajosas las particularidades orográficas y las corrientes marinas. En este enclave el recurso alimentario es, además, abundante». En este paraje misterioso -a partir de los 80 metros reina la oscuridad, en la zona afótica en el Cañón de Avilés- asegura Laria que reside «Peludín», el gigante de las aguas que desde hace días lidera audiencias. La cadena nipona NHK y la estadounidense Discovery Channel han dado a conocer días atrás imágenes del «Architeuthis dux» tomadas el pasado verano. En estas tareas colaboró también la Cepesma, que aportó a la productora documentación sobre estos cefalópodos.
«El calamar gigante Architeuthis es una especie cosmopolita que habita en todos los océanos del mundo excepto en aguas polares y en el área comprendida entre los trópicos de Cáncer y de Capricornio», sentencia Laria. Y Asturias les gusta. Aunque los registros de esta especie en la región son siempre fruto de varamientos: alrededor de un 80 por ciento responde a capturas accidentales por artes de arrastre. «El resto de varamientos (cinco ejemplares en el año 2001 y cuatro en 2003) coinciden con la presencia de barcos que realizaban trabajos de investigaciones geofísica para conocer reservas de petróleo y gas natural en los fondos marinos». Las cifras que maneja Luis Laria indican, así, que aquel escurridizo calamar gigante al que dio protagonismo Herman Melville en «Moby Dick» era más que ciencia ficción.
Pero, ¿cómo es un «Architeuthis dux»? Luis Laria explica las características de estos gigantescos invertebrados que sólo poseen un pequeño huesecillo dentro de cada uno de sus tímpanos llamado estatolito.
l Tentáculos. Son extremadamente largos. Una hembra adulta puede llegar a tener un cuerpo de dos metros y medio de manto, más una cabeza de hasta ochenta centímetros de largo. La longitud total de estos animales puede alcanzar entre 18 y 20 metros, lo que significa que los tentáculos miden entre catorce y dieciséis metros de longitud. El ejemplar grabado hace unos meses por la cadena japonesa NHK tiene siete metros de longitud. Según la estimación de la Cepesma, no tiene todos los tentáculos principales, «posiblemente por la acción depredadora de algún animal, como tiburones, cachalotes e, incluso, algún congénere».
l Ojos y boca. Los ojos de los «peludines» están considerados los más grandes del reino animal, aunque no se descarta que el calamar colosal los tenga aún más grandes. Su boca cuenta con dos mandíbulas semejantes al pico de un loro, y de una rádula. Este pico está constituido por material fibroso muy duro (quitina). Sus bordes son afilados y cortantes permitiéndole romper caparazones de crustáceos, conchas y huesos. La rádula es una cinta sobre la que están fijados dientes minúsculos dispuestos en hileras transversales de siete piezas cada una. Su función es similar a la de una lengua rasposa: arrancar partes carnosas de estructuras duras.
l Manto. El manto del «Architeuthis dux» es un saco muscular fusiforme que contiene los órganos internos. Está constituido por tres capas musculares y la piel, todas bajo control nervioso. La musculatura del manto es la responsable de sus movimientos respiratorios, y del sistema de propulsión a chorro de los cefalópodos. La piel tiene numerosas bolsas y células con pigmentos responsables de la coloración y de los cambios de color del animal.
l Aletas. Los calamares gigantes poseen un par de aletas en el extremo del manto, de pequeño tamaño con los márgenes posteriores cóncavos. Estas aletas probablemente, a juicio de Laria, cum plan una función más de estabilización que de propulsión.
l Sexo. Como todos los cefalópodos, los sexos del calamar gigante están separados: siempre hay machos y hembras. Aunque en larvas y juveniles es difícil diferencias entre ambos sexos, a medida que el animal crece y va madurando aparecen diferencias morfológicas claros entre un sexo y otro. Estas diferencias, que permiten distinguirles externamente, se denominan dismorfismo sexual y se deben al desarrollo de los caracteres sexuales secundarios. Las hembras alcanzan tamaños más grandes que los machos. Su sistema de reproducción es por copulación. El pene del macho está muy desarrollado y sobresale varios centímetros por fuera del manto por lo cual parece probable, siempre según el coordinador de la Cepesma, que lo utilicen para traspasar directamente los espermatóforos a la hembra.
l Uso. El «peludín» no es comestible debido a su alto contenido de amoniaco que él mismo origina en su sistema.
El «Architeuthis dux» es, pues, una rareza zoológica que posee tres corazones y un cerebro desarrollado. Para dar con él es necesario que los científicos protagonicen largos viajes al mundo submarino, como los de Julio Verne pero con un kraken de tentáculos reales y ojos oscuros, gigantes.
Los expertos creen que el Principado tiene dos características naturales y otras dos sociales que hacen que estos cefalópodos tengan su «sede» en la región: los cañones submarinos que cortan transversalmente la plataforma, y que llegan hasta 20 o 30 millas de la costa son una de ellas y los bancos de «bacaladilla», su presa mayor según lo encontrado en sus estómagos. Esta especie come diariamente entre el ocho y el diez por ciento de su peso (una media de 100 kilos). La sensibilidad de los hombres de mar hacia esta especie de grandes dimensiones y el trabajo de la Cepesma también ha contribuido a el calamar gigante se haya asentado en Asturias. Así lo aseguraba el pasado octubre Ángel Guerra, investigador del Centro de Investigaciones Científicas (CSIC), durante una visita a Luarca (Valdés).
El Cañón de Avilés, a la hora de hacer alusión a las simas abisales asturianas, es uno de los lugares de mayor importancia para los «peludines», como conocen los marineros a los «Architeuthis dux». Avilés cuenta con el tercer cañón del mundo por su cercanía a la costa. La herida continental de la falla de Ventaniella, una fractura geológica que se diluye en las profundidades marinas, da origen a un accidente geográfico que a tan sólo ocho millas de la entrada de la ría alcanza 4.000 metros de profundidad.
En este enclave misterioso hay secretos que poco a poco salen a la luz. Científicos de diversa índole han protagonizado en los últimos tiempos campañas de estudio e investigación. Entre los hallazgos más destacados figura uno de los mayores arrecifes de coral blanco de Europa. Así, pues, corales de aguas frías, agregaciones de esponjas y erizos de profundidad son algunas de las especies que han descubierto los científicos del Instituto Español de Oceanografía a casi dos kilómetros bajo la superficie del mar. La vida bulle en el cañón de Avilés.
Pero aún hay más. Científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) mostraron recientemente su sorpresa por encontrar reclutas de merluza a grandes profundidades y en un cañón submarino, lo que su supuso una auténtica primicia para los conocimientos que se tenían hasta la fecha sobre esta importante especie de interés comercial que mantiene a gran parte de la flota pesquera asturiana. El próximo reto tal vez sea filmar, como en Japón, a los «peludines» en su medio natural. El Cañón de Avilés aún esconde muchos secretos.
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Científicos de la Cepesma, haciendo la necropsia a un calamar gigante. |
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