Fundador de la popular cafetería-restaurante de Salinas, convirtió el negocio que había heredado de su madre en un lugar de referencia
26.12.13 - 00:30 -
J. F. GALÁN | SALINAS.
José María Lamelas Galán, 'Pepe el de La Toldilla', fundador y durante muchos años propietario de la cafetería-restaurante La Toldilla, emblemático establecimiento situado en la plaza de la fuente de 'El Niño' de Salinas, falleció ayer en Avilés. Estaba casado con María Teresa Moreno y tenía dos hijos, Belén y José Serafín, que regenta el negocio desde su jubilación. El funeral se celebrará a las 16.30 horas de hoy jueves en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Salinas.
Pepe llegó a lo que hoy es La Toldilla siendo un niño de la mano de su madre, que se hizo cargo del negocio. Entonces era la cantina del Tranvía Eléctrico. A los once años había comenzado a trabajar como soldador en la Real Compañía Asturiana de Minas, y tras el fallecimiento de su madre asumió las riendas del negocio, tarea que compaginó con su trabajo como soldador en la factoría de San Juan de Nieva primero, durante 19 años, y en oficina de Avilés del Banco Asturiano después.
Un día tuvo que decidir, y se decantó por la hostelería. Fue entonces, tras contraer matrimonio con María Teresa Moreno, 'Tere', cuando acometió la reforma de la vieja cantina e inauguró La Toldilla, que abrió sus puertas el 27 de junio de 1963. Desde allí, siempre a pie de barra, primero como arrendatario y después como propietario, Pepe vivió el boom que a partir de los años setenta experimentó Salinas y de forma paralela La Toldilla. Eran los años dorados, los de la construcción desmedida, encarnada en los edificios Espartal y Gauzón. Salinas crecía y el negocio florecía. Allí había espacio para todo el mundo, desde vecinos de a pie que tomaban algo en La Toldilla antes de bajar a la playa hasta veraneantes de alto estánding, como Arias Navarro, que acostumbrarse a sentarse en la terraza a primera hora de la mañana. Después, llegados los noventa, Salinas entraría en la cuesta abajo.
Pepe mantuvo vivo el negocio y una vez lo dejó en manos de su hijo, también conocido como Pepe, continuó dedicándole muchas horas a La Toldilla. Hasta hace bien poco era fácil encontrarlo allí a cualquier hora, disfrutando, ya como cliente, del negocio y del paisaje.
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