viernes, 28 de junio de 2013

Marisco en la ría, pero vetado

Mavea registra llámparas y almejas en el estuario, pero advierte de que su consumo «es peligroso para la salud»

Myriam MANCISIDOR Los mariscos han vuelto a la ría de Avilés: la almeja de perro, los berberechos, las ostras, las almejas babosas y los mejillones que tapizan todas las riberas se presentaron con fuerza en el estuario hace ya unos años. Ahora la familia ha crecido: este año se ha registrado un colonia de navajas de la especie autóctona «Solen marginatus» y varias especies de bígaros, llámparas y oricios así como de distintos crustáceos y percebes. El pasado martes, además, los integrantes del grupo ornitológico Mavea se encontraron con una Arola («Mya arenaria»), también conocida como «almejón» por su gran tamaño, que puede superar los diez centímetros de longitud. Eso sí, el marisco avilesino se puede ver pero no tocar.

Al menos esto es lo que aconsejan los integrantes de Mavea, colectivo que lidera César Álvarez Laó. «Con toda esta riqueza que regresa al estuario cada vez son más los vecinos que las esquilman y los que reclaman que se dejen capturar. Pero entendemos que esto es un grave error: primero, porque la mayoría de la riqueza está en la única zona protegida del interior de la ría (la ensenada de Llodero) y, segundo, porque si se permite su captura no dejaremos colonizar la ría y aumentar las poblaciones».

César Álvarez Laó destacó, además, que la mayoría de estas especies son filtradoras. Esto es, explicó, que se alimentan de «toda la materia orgánica y porquería que flota en la ría, por lo que su consumo es un peligro para la salud». «Sabemos que hay gente que coge llámparas en la ría y las vende en algunos bares. Lo mismo hacen varios barcos que fondean nasas con cangrejos durante varios días en la ría y luego venden esos animales que estuvieron comiendo suciedad», dijo y criticó: «La Autoridad Portuaria es conocedora de esta situación, pero no actúa para impedirla».

A juicio del portavoz de Mavea, los avilesinos deben estar contentos por lo «bien que está evolucionando la vida en la ría, aunque se debe proteger». Antaño el estuario avilesino era conocido por su bancos de ostras así como por los berberechos, almejas y navajas. «Llagaron a instalarse bateas de mejillones, pero el asentamiento de las industrias a mediados del siglo XX hizo desaparecer toda aquella riqueza marisquera», precisó Laó, que destacó que hace treinta años el único testigo del marisco que hubo en el estuario eran las conchas. Ahora distintas especies han vuelto a colonizar la ría y su crecimiento depende de la conciencia humana.

Un ejemplar de navaja de la especie autóctona «Solen marginatus».

 

lunes, 24 de junio de 2013

El marchoso tranvía eléctrico de Avilés

Archivado en (Los episodios avilesinos) por albertodelrio el 23-06-2013
El poeta Antonio Machado rimaba entusiasmado, rememorando un viaje en tren por ‘Campos de Castilla’, de esta guisa: «El tren camina y camina / y la máquina resuella / y tose con tos ferina / ¡Vamos en una centella!».
En Avilés también todo empezó a ir muy rápido desde aquel domingo 6 de julio de 1890, cuando llegó el tren por primera vez. Fue la señal para que, como una centella, se disparase una red de caminos de hierro, por las calles del centro de la ciudad y poblaciones de alrededores. Llegaba el tranvía.
22.TRANVIA con chispa CALLE LA CAMARA1 300x166 El marchoso tranvía eléctrico de Avilés
Avilés. Calle de La Cámara.
El tren siempre ha tenido ese halo de fascinación, tan de libro y de cine. Y en eso le sigue el tranvía, que al fin y al cabo es un tren de andar por casa y a los escritores les suele invitar a la nostalgia, exceptuando casos como el de Armando Palacio Valdés, que se fracturó una cadera al bajar de un tranvía, cosa que, la verdad, no da para romanticismos.
Sépase que el primer tranvía de Asturias, funcionó en Avilés, a partir de 1893. Era de vapor y su pequeña locomotora ‘lucía’ un gigantesco y asfixiante penacho de humo marrón. Era ‘La Chocolatera’. Sus cinco kilómetros de vía, unían la Villa del Adelantado con Salinas, siguiendo lo que hoy es carretera nacional.
Pero el tranvía fetén, el clásico, era el eléctrico. Y comenzó a funcionar el domingo 20 de febrero de 1921. Quédense con esta fecha que hay confusión, cosa fina, con ella.
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Salinas. 'La Cantina', hoy 'La Toldilla'
Ese día y después de los obligados actos protocolarios, ante el Ayuntamiento, ya entró en funcionamiento el tramo Salinas-San Juan de Nieva-Avilés-La Texera.
Posteriormente fueron entrando los demás: el 15 de enero de 1922 lo hizo el de Salinas-Arnao y el 12 de febrero el que unía La Texera con Villalegre. Finalmente, el 19 de agosto de 1923, el de Arnao-Piedras Blancas.
Desde los extremos del recorrido, la parada de El Foco, en Villalegre –entonces barrio residencial de mucho pisto– hasta la de Casa Zapico, en Piedras Blancas, el trazado de vía se acercaba a los 15 kilómetros y el tiempo utilizado en recorrerlos era de hora y media.
El tranvía (en un viaje virtual, partiendo de Villalegre, sin citar las paradas) pasaba por Los Canapés y atravesaba el casco urbano de Avilés: calle Rivero (encajonado), El Parche (encantado), calle La Cámara (acojonado, por el despendole bajando y abrumado por la fatiga subiendo), giraba 90 grados (con cierto  ‘canguele’) a La Muralla  y volvía a hacerlo (cuidadín, cuidadín… otra vez) para llegar al paseo del parque del Muelle donde tenía parada, y ’fonda’ si quería el viajero (‘Casa Máximo’, el ‘Santander’, etc.). Cruzaba luego el paso a nivel de Larrañaga, para enfilar la gran recta por la carretera de San Juan, llegar a la dársena portuaria y continuar hasta Salinas, por el antiguo y maravilloso pinar. Posteriormente, y paralelo a la playa, atravesaba el túnel para llegar a Arnao y finalmente a Piedras Blancas.22.TRANVIA con chispa. TARIFAS 167x300 El marchoso tranvía eléctrico de Avilés
El tramo Avilés-Arnao, era fundamental para el traslado de los trabajadores –de la Real Compañía y portuarios de San Juan– quienes tenían un bono especial. Los domingos era muy utilizado, gran parte del año, por los aficionados al fútbol, mientras el campo del Real Avilés estuvo en Las Arobias (que fue hasta la mitad del siglo XX). Los domingos también, y por el verano, y con hasta cuatro vagones-jardineras, iba a hasta los topes con usuarios de las playas, principalmente, de San Juan y Salinas.
El tranvía eléctrico, primer medio de transporte colectivo comarcal, significó avance y progreso. Tenía chispa y era alegre y divertido,  o sea marchoso. Hasta que los autobuses entraron en danza y el domingo 31 de diciembre de 1960 el tranvía capotó. Sus unidades ocupaban mucho espacio en unas calles que reclamaban miles de automóviles. La chispa de los troles era derrotada por los tubos de escape, o sea veneno por un tubo.
El tren llegó un domingo a Avilés, día de la semana en que también comenzó a circular el tranvía y, nuevamente domingo, cuando dejó de hacerlo.
Y domingo es hoy, cuando publico este episodio, donde anda suelta la nostalgia de mis domingos infantiles, asociada al binomio tranvía-playa, Avilés-Salinas (cuarenta minutos de trayecto). Entonces era más niño que ahora, aunque más bajín. Y más ingenuo, que ya es decir.
Entonces no imaginaba que los tranvías volverían, como lo están haciendo últimamente, a las ciudades de Europa.
Y mola.

sábado, 22 de junio de 2013

El Gobierno estudia ya medidas de gestión para el Cañón de Avilés tras 4 años de investigaciones

Medio Ambiente inicia una ronda de reuniones con los sectores afectados para consensuar las fórmulas de conservación

Myriam MANCISIDOR Los responsables del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que dirige Miguel Arias Cañete iniciaron ayer en Gijón una serie de reuniones que tienen por objeto acordar con representantes de la administración pública, institutos de investigación, entidades conservancionistas y del sector pesquero las medidas de gestión que se adoptarán en el Cañón de Avilés y que pasan por su inclusión en la Red Natura 2000 Marina.

Estos encuentros no son fruto de la casualidad: este año finaliza el proyecto Life+ Indemares y, después de cuatro años de campañas oceanográficas, el Gobierno debe acordar ahora fórmulas de protección de las áreas estudiadas en base a los resultados obtenidos en las diferentes investigaciones.

En cualquier caso, el objetivo del proyecto Life Indemares es compatibilizar la conservación del Cañón de Avilés con el uso sostenible de los recursos «coordinando las actividades humanas con esta finalidad». El Cañón de Avilés, una fractura geológica que se hunde en las profundidades marinas y que da origen a un accidente geográfico que a tan sólo siete millas de la entrada de la ría alcanza 4.000 metros de profundidad, constituye un hábitat esencial para los reproductores de especies de interés comercial como la merluza o el pixín. De ahí la importancia de consensuar ahora la fórmula adecuada de gestión. En su día, el Cachucho, a unos 65 kilómetros de la costa de Ribadesella, fue la primera área marina protegida del país y actualmente es para el sector pesquero un oasis en el Cantábrico.

Los planes de gestión y control del Cañón de Avilés serían, en principio, menos estrictos que en el Cachucho. «Lo ideal sería proteger alrededor de un veinte por ciento de la superficie y evitar, por ejemplo, la pesca de fondo. Lo que no puede ser es que todo el mar se utilice para la pesca», sentenció durante una de las últimas campañas, Francisco Sánchez, del Oceanográfico de Santander.

El Cañón de Avilés destaca por ser el hábitat de los delfines común, listado y mular y el calderón común, donde comparten hábitat con el emblemático calamar gigante. Pero por si algo ha llamado la atención a los científico ha sido por el hallazgo de un sistema de cañones tributarios en el eje principal del cañón. Por contra destacan en la ficha de la sima abisal la intensa actividad pesquera «especialmente dañina en el caso de la pesca de arrastre practicada de forma habitual» así como los usos costeros, que también tienen influencia mar adentro. Citan, textualmente: «La ampliación del puerto de Avilés, la contaminación en forma de vertidos de aguas residuales urbanas e industriales deficientemente depuradas y la degradación costera». Con la cara y la cruz de la moneda, el Gobierno y los sectores implicados deberán hallar ahora una fórmula de gestión del Cañón de Avilés.


Una estrella brisingella, en el Cañón.

miércoles, 19 de junio de 2013

La ría de Avilés, hilo de la historia

La ensenada tal y como se conoce hoy es el resultado de la ampliación del puerto ante la llegada de Ensidesa


M. M.

La ría de Avilés surgió hace 290 millones de años. En todo este tiempo, la ensenada avilesina ha pasado de épocas doradas a días de agonía ecológica de las que todavía ahora se recupera, aunque es evidente la progresiva mejora de las condiciones del agua. Pero si por algo se caracteriza la ría avilesina es por ser el hilo conductor de la historia de la ciudad. Tras esos 290 millones de años, hace 30.000, durante el momento culminante del último período glaciar, el mar descendió unos 100 metros y la costa se retiró alrededor de 15 metros. Entonces el río se encajó en sus depósitos previos y excavó un valle que llegó a más de 40 metros de profundidad en Avilés. Luego llegaron los humanos y sus acciones explican el actual paisaje de la dársena.

La ría tal como la conocemos hoy es el resultado de la ampliación del puerto de Avilés sufrida en la década de los cincuenta al implantarse Ensidesa para dar salida y entrada a los productos metalúrgicos que se iban a fabricar en la nueva factoría. En la margen izquierda de la ría se encuentra la rula de Avilés (la primera de Asturias por volumen de descarga), la cofradía de pescadores y el puerto deportivo, cuyo número de amarres está experimentando un gran crecimiento en los últimos años.

El «bombón» natural está envuelto desde hace relativamente poco tiempo por esculturas, puentes y un paseo que ya comunica la ría de Avilés con La Marzaniella (Corvera). Entre los puentes, el más emblemático es el de San Sebastián, que destaca por el cromatismo arco iris obra del artista Ramón Rodríguez. El puente Azud es otra de las pasarelas que atraviesan la ría, al igual que la popularmente conocida como la «Grapa», que enlaza la plaza de Santiago López con el Centro Niemeyer, una complejo cultural que abrió sus puertas en marzo de 2011. Las esculturas que flanquean el paseo de la ría son varias: «Avilés», de Benjamín Menéndez o distintas piezas de la siderúrgica que forman la conocida como «Ruta del acero», cerca del «Paseo de la fama» de la Cofradía del Colesterol.

Es imposible, no obstante, comprender la actualidad del Puerto de Avilés y su proyección en el siglo XXI sin aludir a sus orígenes. En el siglo XII, el puerto de Avilés ya es conocido por el monopolio para la descarga de sal y desde entonces, aunque no siempre de forma constante, destacó por la mejora de sus infraestructuras de cara a ganar tráficos: de pescado, de mercancías y desde hace un año también de pasajeros, con la llegada de cruceros. El saneamiento de la ría también, una obra que alargó durante dos décadas, concluyó igualmente con éxito en 2011 aunque aún no ha entrado en servicio por trámites burocráticos.

La ría de Avilés es pasado y presente, historia y progreso. Por eso el pintor asturiano Valentín del Fresno ha dedicado una acuarela a la dársena avilesina, que hoy regala a sus lectores LA NUEVA ESPAÑA. En la obra se aprecia la bocana de la ría, con el Faro de Avilés al fondo, desde la Peña del Caballo.

domingo, 16 de junio de 2013

La foca de Avilés es barbuda

La escultura del parque del Muelle representa a un león marino de California
Foto: La foca de Avilés es barbuda
Myriam MANCISIDOR
La foca de Avilés es barbuda. Pero la escultura en su recuerdo instalada en el parque del muelle es la imagen de un león de California (mamífero pinnípedo de la familia de los Otariidae). Al menos, esto es lo que aseguran los integrantes del colectivo ornitológico Mavea, que han puesto texto a un trabajo fotográfico elaborado por Ricardo García Iglesias, «Rico». La barbuda permaneció en el estuario avilesino entre el 5 de diciembre de 1951 y el 11 de abril de 1952 (127 días).
Se dijo que trajo suerte porque, durante su estancia, se aprobó en el Consejo de Ministros la creación de Ensidesa. La gente entonces le cogió cariño, hasta tal punto, según cuentan los integrantes de Mavea, que le hicieron una escultura en 1957 que aún permanece en el parque del Muelle. «Pero esta escultura está basada en un "otario (león) de California" fruto, probablemente, del escaso conocimiento faunístico que tenía el escultor», reconocen los ecologistas avilesinos, si bien fue el propio escultor, según las mismas fuentes, el que fotografió al animal en la imagen que acompaña este reportaje y que data de 1952. La afamada foca de Avilés fue realizada por Joaquín Muñiz y Pepe el Roxu y diseñada por Tomás Menéndez.
«La gente llamó a esta foca la "Precursora". El animal se fue del estuario justo antes de que la draga "Pax" comenzase a limpiar parte de las marismas de Recastrón para hacer el actual canal de Pedro Menéndez», explican los integrantes de Mavea.
El historiador Alberto del Río también dedicó algunas palabras a la foca de Avilés en sus columnas de LA NUEVA ESPAÑA. Escribió: «Reivindico también -a la foca- como uno de los elementos iniciadores del turismo local, ya que por entonces hubo numerosas visitas -en domingos y fiestas de guardar- de gentes de otras sitios de Asturias para ver a tan exótico animal, al que los niños daban de comer».
De una forma u otra, la foca lleva presente en Avilés desde aquel 5 de diciembre de 1951. En los dos últimos años -2009 y 2010- la ciudad acogió incluso una «foca-parade», lo más parecido al «cow-parade», exposiciones temporales de vacas al aire libre, cada una decorada por un artista, que triunfó en numerosas ciudades de todo el mundo. En Avilés, la Escuela de Cerámica fue la encargada de elaborar las esculturas efímeras inspiradas en el mamífero precursor de Ensidesa, una foca barbuda a la que las confusiones llevaron a pasar a la historia como un león marino de California.

Lo que el tiempo se llevó en Zeluán

Ricardo García atesora una importante colección de fotos del monumento natural que refleja los cambios sociales y paisajísticos de la localidad
Foto: Lo que el tiempo se llevó en Zeluán
Myriam MANCISIDOR
En Zeluán lo que hay ha cambiado, como decía aquel «20 de abril» de los «Celtas Cortos». Ricardo García Iglesias, más conocido por «Rico», tiene pruebas de la transformación de esta localidad gozoniega en la que nació y se crio. Iglesias, que ahora vive en una casa de Laviana con vistas privilegiadas a la desembocadura de la ría de Avilés, es hijo de buzo y amante de los barcos que atracan en los muelles locales. Otras de sus pasiones son la cartografía y la fotografía, una afición que desarrolla como coleccionista desde hace más de diez años. En este tiempo ha reunido más de 10.000 fotos, muchas de ellas de Zeluán, un oasis que en 2002 recibió el título de monumento natural, pero este enclave no se libra, pese a toda protección, de los azotes de las industrias.
Iglesias ha recreado mapas de la ría de Avilés como el de Antonio Alcalá, una carta náutica que se considera el primer plano científico del estuario. Data de 1796 y el original se conserva en el Museo Marítimo de Luanco. En este plano se aprecia, entre otras cosas, una gran duna en Salinas adornada por un «mar» de pinos ahora erosionada. Otro mapa, de 1901, muestra aquella época en la que el río Vioño desembocaba donde actualmente hay un pequeño entrante situado junto a la depuradora. «Zeluán cambió mucho. Nací aquí hace casi 57 años y aquí vivían entonces unos veinte vecinos de dos o tres familias. El pueblo estaba muy unido», explica. Como curiosidad, en esta localidad gozoniega se plantaba trigo, algo inusual en otros puntos de la costa central asturiana.
¿Y a nivel paisajístico? «Los cambios también son llamativos. Había una gran duna donde ahora hay unas instalaciones deportivas y, según cuentan los mayores, se podía ir en lancha hasta Llaranes cuando coincidían las mareas. La carretera al faro se construyó en 1905», recuerda este hombre, que ahora intenta documentar cada una de las imágenes que guarda celosamente en discos duros. Y es que Zeluán era mucho Zeluán. Había un banco que los lugareños bautizaron con el nombre del «de la paciencia». «Era donde se sentaban los vecinos a charlar, donde se reunían cada día», explica Ricardo Iglesias. También había chalanos -uno de los primeros se llamó «Adolfo Elvira»-, que comunicaban la pequeña localidad con Avilés. Y una isla, la de San Balandrán, que se dragó en la primera mitad de los años cuarenta. Un sistema dunar completaba el paisaje.
«Había mucha pobreza, los caminos tenían un montón de baches..., pero aquellos tiempos se recuerdan con nostalgia», asegura Ricardo García. Corrobora, además, que con la instalación de la tubería de Ensidesa, que tenía como fin llevar las cenizas de la térmica a Maqua para rellenar en las marismas de Llodero y Zeluán, la pequeña localidad se tiñó de negro.
¿Y la charca de Zeluán? Este espacio se creó de forma artificial -y de casualidad, según algunas voces- en los años setenta. La bocana de la ría también sufrió muchos cambios por aquel entonces: era mucho más estrecha que actualmente, porque las dunas de El Espartal casi la cerraban. El sistema dunar llegaba hasta Las Arobias. Con el paso de los años Zeluán fue transformándose. Se perdió el banco «de la paciencia», y la playa de San Balandrán, antaño abarrotada de bañistas, perdió usuarios. Las industrias colmaron el aire y surgieron voces que solicitaron la protección de este espacio que en 2002 recibió el título de monumento natural.
Actualmente el colectivo ornitológico Mavea es un defensor de Zeluán, un lugar de paso de miles de aves migratorias cada año. Otros, como Ricardo García Iglesias, juzgan los cambios con fotografías. «Por algunas imágenes pagué fortunas, las adquirí fuera de Asturias», dice. Tal vez porque Zeluán aún es allende los mares un oasis rodeado de industria en el siglo XXI.

AsturianUS