La ensenada tal y como se conoce hoy es el resultado de la ampliación del puerto ante la llegada de Ensidesa
M. M.
La ría de Avilés surgió hace 290 millones de años. En todo este tiempo, la ensenada avilesina ha pasado de épocas doradas a días de agonía ecológica de las que todavía ahora se recupera, aunque es evidente la progresiva mejora de las condiciones del agua. Pero si por algo se caracteriza la ría avilesina es por ser el hilo conductor de la historia de la ciudad. Tras esos 290 millones de años, hace 30.000, durante el momento culminante del último período glaciar, el mar descendió unos 100 metros y la costa se retiró alrededor de 15 metros. Entonces el río se encajó en sus depósitos previos y excavó un valle que llegó a más de 40 metros de profundidad en Avilés. Luego llegaron los humanos y sus acciones explican el actual paisaje de la dársena.
La ría tal como la conocemos hoy es el resultado de la ampliación del puerto de Avilés sufrida en la década de los cincuenta al implantarse Ensidesa para dar salida y entrada a los productos metalúrgicos que se iban a fabricar en la nueva factoría. En la margen izquierda de la ría se encuentra la rula de Avilés (la primera de Asturias por volumen de descarga), la cofradía de pescadores y el puerto deportivo, cuyo número de amarres está experimentando un gran crecimiento en los últimos años.
El «bombón» natural está envuelto desde hace relativamente poco tiempo por esculturas, puentes y un paseo que ya comunica la ría de Avilés con La Marzaniella (Corvera). Entre los puentes, el más emblemático es el de San Sebastián, que destaca por el cromatismo arco iris obra del artista Ramón Rodríguez. El puente Azud es otra de las pasarelas que atraviesan la ría, al igual que la popularmente conocida como la «Grapa», que enlaza la plaza de Santiago López con el Centro Niemeyer, una complejo cultural que abrió sus puertas en marzo de 2011. Las esculturas que flanquean el paseo de la ría son varias: «Avilés», de Benjamín Menéndez o distintas piezas de la siderúrgica que forman la conocida como «Ruta del acero», cerca del «Paseo de la fama» de la Cofradía del Colesterol.
Es imposible, no obstante, comprender la actualidad del Puerto de Avilés y su proyección en el siglo XXI sin aludir a sus orígenes. En el siglo XII, el puerto de Avilés ya es conocido por el monopolio para la descarga de sal y desde entonces, aunque no siempre de forma constante, destacó por la mejora de sus infraestructuras de cara a ganar tráficos: de pescado, de mercancías y desde hace un año también de pasajeros, con la llegada de cruceros. El saneamiento de la ría también, una obra que alargó durante dos décadas, concluyó igualmente con éxito en 2011 aunque aún no ha entrado en servicio por trámites burocráticos.
La ría de Avilés es pasado y presente, historia y progreso. Por eso el pintor asturiano Valentín del Fresno ha dedicado una acuarela a la dársena avilesina, que hoy regala a sus lectores LA NUEVA ESPAÑA. En la obra se aprecia la bocana de la ría, con el Faro de Avilés al fondo, desde la Peña del Caballo.
M. M.
La ría de Avilés surgió hace 290 millones de años. En todo este tiempo, la ensenada avilesina ha pasado de épocas doradas a días de agonía ecológica de las que todavía ahora se recupera, aunque es evidente la progresiva mejora de las condiciones del agua. Pero si por algo se caracteriza la ría avilesina es por ser el hilo conductor de la historia de la ciudad. Tras esos 290 millones de años, hace 30.000, durante el momento culminante del último período glaciar, el mar descendió unos 100 metros y la costa se retiró alrededor de 15 metros. Entonces el río se encajó en sus depósitos previos y excavó un valle que llegó a más de 40 metros de profundidad en Avilés. Luego llegaron los humanos y sus acciones explican el actual paisaje de la dársena.
La ría tal como la conocemos hoy es el resultado de la ampliación del puerto de Avilés sufrida en la década de los cincuenta al implantarse Ensidesa para dar salida y entrada a los productos metalúrgicos que se iban a fabricar en la nueva factoría. En la margen izquierda de la ría se encuentra la rula de Avilés (la primera de Asturias por volumen de descarga), la cofradía de pescadores y el puerto deportivo, cuyo número de amarres está experimentando un gran crecimiento en los últimos años.
El «bombón» natural está envuelto desde hace relativamente poco tiempo por esculturas, puentes y un paseo que ya comunica la ría de Avilés con La Marzaniella (Corvera). Entre los puentes, el más emblemático es el de San Sebastián, que destaca por el cromatismo arco iris obra del artista Ramón Rodríguez. El puente Azud es otra de las pasarelas que atraviesan la ría, al igual que la popularmente conocida como la «Grapa», que enlaza la plaza de Santiago López con el Centro Niemeyer, una complejo cultural que abrió sus puertas en marzo de 2011. Las esculturas que flanquean el paseo de la ría son varias: «Avilés», de Benjamín Menéndez o distintas piezas de la siderúrgica que forman la conocida como «Ruta del acero», cerca del «Paseo de la fama» de la Cofradía del Colesterol.
Es imposible, no obstante, comprender la actualidad del Puerto de Avilés y su proyección en el siglo XXI sin aludir a sus orígenes. En el siglo XII, el puerto de Avilés ya es conocido por el monopolio para la descarga de sal y desde entonces, aunque no siempre de forma constante, destacó por la mejora de sus infraestructuras de cara a ganar tráficos: de pescado, de mercancías y desde hace un año también de pasajeros, con la llegada de cruceros. El saneamiento de la ría también, una obra que alargó durante dos décadas, concluyó igualmente con éxito en 2011 aunque aún no ha entrado en servicio por trámites burocráticos.
La ría de Avilés es pasado y presente, historia y progreso. Por eso el pintor asturiano Valentín del Fresno ha dedicado una acuarela a la dársena avilesina, que hoy regala a sus lectores LA NUEVA ESPAÑA. En la obra se aprecia la bocana de la ría, con el Faro de Avilés al fondo, desde la Peña del Caballo.
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