La inestabilidad del enclave natural se acentúa año tras año ante la alarma de los vecinos, que temen se parta en dos
Salinas, Inés MONTES«La Peñona se va a partir en dos. El hueco entre la península y la peña en la que está el mirador es cada vez mayor». La alarma entre los vecinos de Salinas crece año tras año, mientras el deterioro del enclave no cesa. La implacable acción del mar no ha dado respiro a La Peñona. Lo que era un orificio en la zona conocida por los lugareños como La Regatada ha desaparecido por la erosión y en su lugar se aprecia un gran agujero horadado en la peña.
Las fotos antiguas, de principios del pasado siglo, muestran La Peñona como un puntal cubierto por un espeso manto verde que se adentra en el mar. La situación comenzó a cambiar cuando a mediados del siglo XX se construyó un puente colgante y unos miradores sobre el Cantábrico. Pocos años después el puente cedió y ocasionó la muerte a algunos turistas que se encontraban en la zona.
En el año 1993 se inauguró el Museo de Anclas Philippe Cousteau por iniciativa de la Cofradía Buena Mesa de la Mar y la Demarcación de Costas aprovechó el relanzamiento de la península para construir un nuevo puente, esta vez de cemento, en la misma ubicación que el colgante. Habían pasado casi 20 años desde el accidente mortal y La Peñona se renovaba.
La estabilidad de La Peñona se resintió entonces y fue necesario que Costas construyera una escollera en la zona oriental de la península. Desde hace casi una década, Costas tiene pendiente un nuevo proyecto para mejorar La Peñona sobre todo en su lado occidental y evitar así los desprendimientos de piedras y rocas que afecta periódicamente a la playa del Cuerno.
La asociación de vecinos «Amigos de Salinas» fue la primera en dar la voz de alarma. Hace algunos años, el presidente de la entidad, Eloy Martínez Argüelles, reclamó una solución urgente. «El problema va a más y nadie toma medidas. La Peñona terminará cayendo», dice ahora.
La entidad vecinal ha vuelto a reclamar un estudio de estabilidad de La Peñona. «No se trata de un problema de estética, es un problema acuciante porque quienes conocimos la zona hace años notamos claramente el deterioro y el peligro que conlleva la erosión del mar y el viento sobre la península», concluyó.
Además del deterioro natural, los residentes también han denunciado el mal estado en el que se encuentra el mirador. «Es necesario repararlo porque cualquier día puede haber otra tragedia», sentencian los usuarios de la zona.
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