«Si se fijan medidas de gestión se preservará la riqueza pesquera», asegura el investigador principal de la nueva campaña en la sima abisal, Francisco Sánchez
Gijón,Myriam MANCISIDOR
Dice Francisco Sánchez, director del Instituto Oceanográfico de Santander, que no existe fuera del agua algo tan bello como el Cañón de Avilés. «Es uno de los mayores cañones del Atlántico y tiene gran interés desde el punto de vista geológico, pero también pesquero. Si el occidente es tan rico en especies es gracias a esta sima abisal que permite la producción primaria», aseguró este hombre que ayer zarpó de El Musel junto a un equipo de científicos -dos geólogos, cinco biólogos, un físico y cinco ayudantes de investigación- en el buque «Vizconde de Eza» de la Secretaría del Mar rumbo al Cañón de Avilés. Por delante tienen veinte días de trabajo con una escala.
El buque oceanográfico «Vizconde de Eza», ayer, atracado en El Musel poco antes de partir hacia el Cañón de Avilés. | |
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El objetivo: estudiar los ecosistemas profundos del Cañón de Avilés de cara a proteger este espacio vulnerable como en su día se hizo con El Cachucho, la primera área marina protegida de España a unos 65 kilómetros de la costa de Ribadesella. Aunque, para tranquilidad de los pescadores, los planes de gestión y control del Cañón de Avilés serían menos estrictos que en El Cachucho, ahora convertido en un oasis en el Cantábrico. «Lo ideal sería proteger alrededor de un veinte por ciento del fondo marino y evitar, por ejemplo, la pesca de fondo. Sólo con esa medida se garantizan las pesquerías, está demostrado. Lo que no puede ser es que todo el mar se utilice para la pesca», sentenció Francisco Sánchez, que destacó la importancia en este enclave en cuanto a hábitats esenciales para los reproductores de importantes especies de interés comercial como el pixín o la merluza.
Añadió, además: «Estamos haciendo el esfuerzo de incluir la pesquería en todo el proceso, pero nosotros investigamos. Quien establecerá las medidas de protección será la administración. Somos conscientes también de que en El Cachucho apenas había barcos, pero en el Cañón de Avilés faenan un montón». La intención de los científicos, pese a todo, es proteger espacios como el Cañón de Avilés con criterio, es decir, siempre y cuando sea necesario.
El equipo de Francisco Sánchez partió ayer de Gijón en lo que es la tercera campaña de estudio del Cañón de Avilés. Luego habrá una más, probablemente la última, para estudiar los corales de agua fría de esta sima abisal con un robot capaz de tomar imágenes a 2.000 metros bajo el agua (el Cañón alcanza los 4.800 metros de profundidad). El Instituto Español de Oceanografía, que lidera la actual campaña del Cañón de Avilés, dirige actualmente seis de los diez proyectos de Indemares para cartografiar áreas marinas vulnerables. «En cualquier caso, lo que hacemos es aplicar la metodología del Cachuco a otras zonas», concluyó Sánchez.
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