Los científicos que investigan los fondos marinos del Cantábrico descubren singulares arrecifes de coral de aguas frías a dos kilómetros de profundidad
Avilés, Amaya P. GIÓN
Dicen los científicos que encontrar arrecifes de coral en aguas frías es como buscar una aguja en un pajar. Quizás eso aporte un valor añadido al descubrimiento de los investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que analizan estos días el cañón de Avilés a bordo del laboratorio flotante «Ángeles Alvariño», recién estrenado. Los científicos han localizado arrecifes de coral en esta compleja y extraordinaria sima submarina en la que proliferan también otras especies propias de los fondos marinos. Corales de aguas frías, agregaciones de esponjas y erizos de profundidad son algunas de las especies que han descubierto los científicos del IEO a casi dos kilómetros bajo la superficie del mar. La vida bulle en el cañón de Avilés.
Las malas condiciones de la mar obligaron al buque «Ángeles Alvariño», que partió del Musel gijonés el pasado 24 de septiembre, a regresar a tierra. Los científicos que participan en la última campaña del proyecto «Indemares» aprovecharon este paréntesis para presentar sus últimos descubrimientos. «Localizamos comunidades de corales de aguas frías y agregaciones de esponjas de profundidad protegidas por las normativas europeas. Existe una gran biodiversidad asociada a este cañón, tiene una producción biológica muy alta», explicó el director del Instituto Oceanográfico de Santander, Francisco Sánchez.
El robot «Liropues 2000», el único vehículo submarino no tripulado capaz de operar a profundidades de 2.000 metros, y un sofisticado trineo fotográfico permitieron a los investigadores observar e inmortalizar jardines de corales poblados por brisinguellas, unas estrellas de mar propias de estos arrecifes que se alimentan de materia orgánica conocida como nieve marina. Esponjas, cangrejos y peces propios de las profundidades proliferan en los fondos del cañón. «Es sorprendente que a tanta profundidad y en aguas frías (unos ocho grados de temperatura) puedas ver tanta biodiversidad como si estuvieras buceando por una zona tropical», añadió Sánchez.
El «Ángeles Alvariño» partió ayer de nuevo del puerto gijonés rumbo al cañón de Avilés, donde continuarán las investigaciones hasta el próximo lunes. No será hasta 2013 cuando se den a conocer las conclusiones definitivas que permitirán establecer si esta gran sima abisal pasa a formar parte de las áreas marinas protegidas de España.
Avilés, Amaya P. GIÓN
Dicen los científicos que encontrar arrecifes de coral en aguas frías es como buscar una aguja en un pajar. Quizás eso aporte un valor añadido al descubrimiento de los investigadores del Instituto Español de Oceanografía (IEO) que analizan estos días el cañón de Avilés a bordo del laboratorio flotante «Ángeles Alvariño», recién estrenado. Los científicos han localizado arrecifes de coral en esta compleja y extraordinaria sima submarina en la que proliferan también otras especies propias de los fondos marinos. Corales de aguas frías, agregaciones de esponjas y erizos de profundidad son algunas de las especies que han descubierto los científicos del IEO a casi dos kilómetros bajo la superficie del mar. La vida bulle en el cañón de Avilés.
Las malas condiciones de la mar obligaron al buque «Ángeles Alvariño», que partió del Musel gijonés el pasado 24 de septiembre, a regresar a tierra. Los científicos que participan en la última campaña del proyecto «Indemares» aprovecharon este paréntesis para presentar sus últimos descubrimientos. «Localizamos comunidades de corales de aguas frías y agregaciones de esponjas de profundidad protegidas por las normativas europeas. Existe una gran biodiversidad asociada a este cañón, tiene una producción biológica muy alta», explicó el director del Instituto Oceanográfico de Santander, Francisco Sánchez.
El robot «Liropues 2000», el único vehículo submarino no tripulado capaz de operar a profundidades de 2.000 metros, y un sofisticado trineo fotográfico permitieron a los investigadores observar e inmortalizar jardines de corales poblados por brisinguellas, unas estrellas de mar propias de estos arrecifes que se alimentan de materia orgánica conocida como nieve marina. Esponjas, cangrejos y peces propios de las profundidades proliferan en los fondos del cañón. «Es sorprendente que a tanta profundidad y en aguas frías (unos ocho grados de temperatura) puedas ver tanta biodiversidad como si estuvieras buceando por una zona tropical», añadió Sánchez.
El «Ángeles Alvariño» partió ayer de nuevo del puerto gijonés rumbo al cañón de Avilés, donde continuarán las investigaciones hasta el próximo lunes. No será hasta 2013 cuando se den a conocer las conclusiones definitivas que permitirán establecer si esta gran sima abisal pasa a formar parte de las áreas marinas protegidas de España.
un bosque animal. El fondo del cañón de Avilés constituye una especie de bosque de animales (a tanta profundidad resulta imposible la vida vegetal). En las dos primeras fotos se pueden apreciar multitud de brisinguellas sujetas a los corales. A la derecha, dos erizos de mar de profundidad, entre los corales. |
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