Cepesma aspira a que los calamares gigantes se conozcan por el nombre que les pusieron los pescadores valdesanos
A. M. SERRANO
«Tanto cuento para un peludín». Luis Laria, gerente de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas, Cepesma, escuchó el nombre «peludín» por primera vez en 1997. Ese año llegó a Luarca un ejemplar que impactó a los vecinos, pero que los marineros conocían. No había estudios sobre la especie, pero la conocían físicamente. Ahora Cepesma ha iniciado una campaña para que este nombre sea oficial, es decir, para que «peludín» pase a formar parte de los diccionarios y que este vocablo sea el nombre común del científico «Architeuthis Dux», al margen de «calamar gigante».
Los marineros de Luarca solían ver a este ejemplar cuando salían a altar mar. Es «peludín», según Luis Laria, porque la epidermis de este especie es muy sensible y cuando varaban «es como si antes fueran desprendiéndose de su piel, y en estease fijaron los marineros». «Peludín» tenía muchas capas. Este vocablo es además «muy asturiano», sostiene Laria. En Asturias «son habituales los diminutivos y llama la atención que para algo tan grande como un calamar gigante surgiera un diminutivo», comenta el coordinador de Cepesma.
La entidad sin ánimo de lucro tratará de llamar la atención sobre este hecho en otros lugares del mundo. El propio Laria ha investigado en varias zonas del planeta sobre nombres con tintes locales para el calamar gigante, «pero sin éxito. No encontré un nombre vernáculo». Y es que esta especie no es una pota ni una jibia, en el argot de cocineros, comensales y marineros. Su tamaño lo diferencia del calamar común, del molusco cefalópodo de menor tamaño que sí tiene interés culinario.
Los investigadores de distintos lugares de España que estudian elcalamar gigante también se han encontrado con que esta especie de calamar no está identificado como un vocablo en sí, sino con un adjetivo. Precisamente por tener Luarca la única colección de calamares gigante del mundo, y por ser Asturias el lugar del que parten algunas investigaciones pioneras en España sobre esta especie (como las que llevan a cabo investigadores como Marta Solé o Roger Villanueva en Cataluña), «queremos que «peludín» empiece a sonar». Es un reconocimiento que Cepesma quiere hacer a la región donde vararon tantos calamares gigantes y donde los marineros, desde principios de siglo, se preocupan por este especie en caso de avistarla desde sus barcos de pesca.
El éxito de la propuesta no será fácil, pero Cepesma ya mueve sus hilos para lograrlo. Tratará de extender el vocablo por países donde trabaja por su implicación en investigaciones científicas sobre los cefalópodos.
En Luarca, los calamares gigantes, más allá de su peso y longitud (puede medir 18 metros y pesar cientos de kilos), tienen su nombre local. No en vano en la capital de Valdés se exponen nueve ejemplares de «peludín».
A. M. SERRANO
«Tanto cuento para un peludín». Luis Laria, gerente de la Coordinadora para el Estudio de las Especies Marinas, Cepesma, escuchó el nombre «peludín» por primera vez en 1997. Ese año llegó a Luarca un ejemplar que impactó a los vecinos, pero que los marineros conocían. No había estudios sobre la especie, pero la conocían físicamente. Ahora Cepesma ha iniciado una campaña para que este nombre sea oficial, es decir, para que «peludín» pase a formar parte de los diccionarios y que este vocablo sea el nombre común del científico «Architeuthis Dux», al margen de «calamar gigante».
Los marineros de Luarca solían ver a este ejemplar cuando salían a altar mar. Es «peludín», según Luis Laria, porque la epidermis de este especie es muy sensible y cuando varaban «es como si antes fueran desprendiéndose de su piel, y en estease fijaron los marineros». «Peludín» tenía muchas capas. Este vocablo es además «muy asturiano», sostiene Laria. En Asturias «son habituales los diminutivos y llama la atención que para algo tan grande como un calamar gigante surgiera un diminutivo», comenta el coordinador de Cepesma.
La entidad sin ánimo de lucro tratará de llamar la atención sobre este hecho en otros lugares del mundo. El propio Laria ha investigado en varias zonas del planeta sobre nombres con tintes locales para el calamar gigante, «pero sin éxito. No encontré un nombre vernáculo». Y es que esta especie no es una pota ni una jibia, en el argot de cocineros, comensales y marineros. Su tamaño lo diferencia del calamar común, del molusco cefalópodo de menor tamaño que sí tiene interés culinario.
Los investigadores de distintos lugares de España que estudian elcalamar gigante también se han encontrado con que esta especie de calamar no está identificado como un vocablo en sí, sino con un adjetivo. Precisamente por tener Luarca la única colección de calamares gigante del mundo, y por ser Asturias el lugar del que parten algunas investigaciones pioneras en España sobre esta especie (como las que llevan a cabo investigadores como Marta Solé o Roger Villanueva en Cataluña), «queremos que «peludín» empiece a sonar». Es un reconocimiento que Cepesma quiere hacer a la región donde vararon tantos calamares gigantes y donde los marineros, desde principios de siglo, se preocupan por este especie en caso de avistarla desde sus barcos de pesca.
El éxito de la propuesta no será fácil, pero Cepesma ya mueve sus hilos para lograrlo. Tratará de extender el vocablo por países donde trabaja por su implicación en investigaciones científicas sobre los cefalópodos.
En Luarca, los calamares gigantes, más allá de su peso y longitud (puede medir 18 metros y pesar cientos de kilos), tienen su nombre local. No en vano en la capital de Valdés se exponen nueve ejemplares de «peludín».
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