Los profesionales celebran el repunte de las capturas del popular cefalópodo a la vez que critican el furtivismo y la competencia desleal de la pesca deportiva
Myriam MANCISIDOR
El declive pesquero asturiano amenazó en los últimos años con cobrarse una pieza de gran interés comercial: el calamar. Pero contra todo pronóstico, la pesquería está resultando ahora «un éxito» para los profesionales. Sólo en septiembre se rularon 6.548 kilos -2.000 más que en 2011- de esta especie que generaron beneficios por valor de 74.928 euros. El precio medio del kilo de calamar superó los once euros. Con una buena costera por delante el precio es, precisamente ahora, lo que enfada a los pescadores con licencia que culpan del desplome económico a los furtivos y también a los pescadores deportivos.
«La pesca deportiva sigue haciendo bastante daño a esta costera. Aunque estas personas no pueden vender el producto, sabemos que lo hacen y eso motiva que baje el precio en la rula. El 90 por ciento de los restaurantes, por poner un ejemplo, suele comprar calamares a los particulares que les ofrecen este producto», explica Dimas García, responsable de la federación regional de cofradías de Asturias. Hace ya tres años, los pescadores con carné criticaron el incumplimiento de las normas de pesca por parte de los pescadores deportivos. Entonces se mostraron molestos por los cupos máximos de capturas autorizados para éstos y por la utilización de luz para la pesca nocturna.
Los pescadores deportivos, según el decreto regional regulador de la pesca marítima recreativa (25/2006 de 15 de marzo), sólo pueden capturar cinco kilos de peces o cefalópodos y, en el caso de los practicantes de pesca submarina, ni siquiera una pieza de los segundos. Pese a la existencia de estos límites, los pescadores profesionales denuncian que es frecuente tanto el exceso de cupo entre los deportivos como la venta directa de las capturas a los restaurantes, hecho que vulnera la ley pues ésta prohíbe toda comercialización de los productos frescos de la mar que no se haga a través de las lonjas.
La polémica de la luz tiene que ver con la utilización de faroles o pantallas a bordo de las embarcaciones que pescan calamares para atraer el pescado a su alrededor durante la noche. El uso de luz está permitido a los profesionales, pero no al resto. Los pescadores con licencia, no obstante, están satisfechos con una costera que les ha devuelto la esperanza. «Este año la campaña ha sido una sorpresa. En julio y agosto no hubo nada y en septiembre y en la primera quincena de octubre se cogieron un montón, sobre todo en el oriente de Asturias», precisó García. La mayor cifra de capturas se logra habitualmente a partir de octubre y entonces, con más producto a la venta, los precios tienden a la baja.
El chipirón también está dejando buen sabor de boca a los profesionales. De ahí el gran número de embarcaciones que cada día se dan cita en distintos puntos del litoral asturiano para la captura de este especie que, como el calamar, también es muy apreciada en las cocinas.
Myriam MANCISIDOR
El declive pesquero asturiano amenazó en los últimos años con cobrarse una pieza de gran interés comercial: el calamar. Pero contra todo pronóstico, la pesquería está resultando ahora «un éxito» para los profesionales. Sólo en septiembre se rularon 6.548 kilos -2.000 más que en 2011- de esta especie que generaron beneficios por valor de 74.928 euros. El precio medio del kilo de calamar superó los once euros. Con una buena costera por delante el precio es, precisamente ahora, lo que enfada a los pescadores con licencia que culpan del desplome económico a los furtivos y también a los pescadores deportivos.
«La pesca deportiva sigue haciendo bastante daño a esta costera. Aunque estas personas no pueden vender el producto, sabemos que lo hacen y eso motiva que baje el precio en la rula. El 90 por ciento de los restaurantes, por poner un ejemplo, suele comprar calamares a los particulares que les ofrecen este producto», explica Dimas García, responsable de la federación regional de cofradías de Asturias. Hace ya tres años, los pescadores con carné criticaron el incumplimiento de las normas de pesca por parte de los pescadores deportivos. Entonces se mostraron molestos por los cupos máximos de capturas autorizados para éstos y por la utilización de luz para la pesca nocturna.
Los pescadores deportivos, según el decreto regional regulador de la pesca marítima recreativa (25/2006 de 15 de marzo), sólo pueden capturar cinco kilos de peces o cefalópodos y, en el caso de los practicantes de pesca submarina, ni siquiera una pieza de los segundos. Pese a la existencia de estos límites, los pescadores profesionales denuncian que es frecuente tanto el exceso de cupo entre los deportivos como la venta directa de las capturas a los restaurantes, hecho que vulnera la ley pues ésta prohíbe toda comercialización de los productos frescos de la mar que no se haga a través de las lonjas.
La polémica de la luz tiene que ver con la utilización de faroles o pantallas a bordo de las embarcaciones que pescan calamares para atraer el pescado a su alrededor durante la noche. El uso de luz está permitido a los profesionales, pero no al resto. Los pescadores con licencia, no obstante, están satisfechos con una costera que les ha devuelto la esperanza. «Este año la campaña ha sido una sorpresa. En julio y agosto no hubo nada y en septiembre y en la primera quincena de octubre se cogieron un montón, sobre todo en el oriente de Asturias», precisó García. La mayor cifra de capturas se logra habitualmente a partir de octubre y entonces, con más producto a la venta, los precios tienden a la baja.
El chipirón también está dejando buen sabor de boca a los profesionales. De ahí el gran número de embarcaciones que cada día se dan cita en distintos puntos del litoral asturiano para la captura de este especie que, como el calamar, también es muy apreciada en las cocinas.
Manuel Artime y Venancio Fernández muestran calamares capturados en un pasado concurso celebrado en Avilés. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario