El helicóptero de Salvamento Marítimo llegó a tiempo de rescatar ilesos a los dos tripulantes del «Siempre Reinaré», padre e hijo
Francisco L. JIMÉNEZ«Sentimos un golpazo tremendo en un costado del barco y a los pocos minutos vimos que la vía de agua que se había abierto era incontenible y amenazaba con echarnos a pique. Avisamos por radio de la emergencia y en muy poco tiempo llegó el helicóptero de Salvamento Marítimo a rescatarnos; poco más hay que contar, salvo que hemos perdido la lancha». Las palabras de José Manuel Gallardo Pernía, uno de los tripulantes que ayer iban a bordo del pesquero avilesino «Siempre Reinaré», explican el accidente que hundió la lancha, de ocho metros de eslora, a 3,2 millas al noreste de la isla de La Deva y estuvo a punto de convertir en náufragos a dos curtidos marineros, el propio Gallardo Pernía, de 31 años, y su padre, José Manuel Gallardo García, de 58.
Según relataron ellos mismos a este diario una vez a salvo en tierra, estos dos pescadores, vecinos de Gijón aunque su lancha tuviera la base en Avilés, habían salido a la mar a echar los «miños» (un tipo de red usada para capturar rayas, lenguado o rodaballo, entre otras especies) en aguas al norte de La Deva. En ésas estaban cuando poco antes de las 11 de la mañana un objeto flotante entre dos aguas que no lograron identificar -podría ser un tronco, un bidón o cualquier otro bulto- golpeó el casco, abrió una vía de agua y les dejó sin máquinas. El hundimiento se produjo en cuestión de minutos, aunque a los Gallardo les dio tiempo a avisar por radio de su situación y a botar la balsa de emergencia por si el rescate se demoraba más de la cuenta.
El helicóptero Helimer 203 localizó al «Siempre Reinaré» en plena zozobra; tanto fue así que la lancha se hundió mientras el patrón era izado a bordo de la aeronave de rescate con ayuda de un cabrestante. Poco antes había sido puesto a salvo del mismo modo el pescador más joven. Pese a que la lancha estaba asegurada, los Gallardo lamentaban ayer de tarde la fatalidad vivida: «El seguro no cubre ni de lejos el coste del barco, que sólo tenía doce años, y mucho menos la inversión que habíamos hecho en aparejos. Esto es una ruina».
Francisco L. JIMÉNEZ«Sentimos un golpazo tremendo en un costado del barco y a los pocos minutos vimos que la vía de agua que se había abierto era incontenible y amenazaba con echarnos a pique. Avisamos por radio de la emergencia y en muy poco tiempo llegó el helicóptero de Salvamento Marítimo a rescatarnos; poco más hay que contar, salvo que hemos perdido la lancha». Las palabras de José Manuel Gallardo Pernía, uno de los tripulantes que ayer iban a bordo del pesquero avilesino «Siempre Reinaré», explican el accidente que hundió la lancha, de ocho metros de eslora, a 3,2 millas al noreste de la isla de La Deva y estuvo a punto de convertir en náufragos a dos curtidos marineros, el propio Gallardo Pernía, de 31 años, y su padre, José Manuel Gallardo García, de 58.
Según relataron ellos mismos a este diario una vez a salvo en tierra, estos dos pescadores, vecinos de Gijón aunque su lancha tuviera la base en Avilés, habían salido a la mar a echar los «miños» (un tipo de red usada para capturar rayas, lenguado o rodaballo, entre otras especies) en aguas al norte de La Deva. En ésas estaban cuando poco antes de las 11 de la mañana un objeto flotante entre dos aguas que no lograron identificar -podría ser un tronco, un bidón o cualquier otro bulto- golpeó el casco, abrió una vía de agua y les dejó sin máquinas. El hundimiento se produjo en cuestión de minutos, aunque a los Gallardo les dio tiempo a avisar por radio de su situación y a botar la balsa de emergencia por si el rescate se demoraba más de la cuenta.
El helicóptero Helimer 203 localizó al «Siempre Reinaré» en plena zozobra; tanto fue así que la lancha se hundió mientras el patrón era izado a bordo de la aeronave de rescate con ayuda de un cabrestante. Poco antes había sido puesto a salvo del mismo modo el pescador más joven. Pese a que la lancha estaba asegurada, los Gallardo lamentaban ayer de tarde la fatalidad vivida: «El seguro no cubre ni de lejos el coste del barco, que sólo tenía doce años, y mucho menos la inversión que habíamos hecho en aparejos. Esto es una ruina».