El escualo que el martes fue avistado en la playa de Salinas ya dejó la costa castrillonense y los bañistas disfrutaron ayer del mar sin temor ni cortapisas
Salinas, Inés MONTES El tiburón peregrino que el martes por la tarde apareció en la playa de Salinas, desapareció por la noche sin dejar rastro en busca de aguas más profundas. Los socorristas realizaron ayer por la mañana una búsqueda del tiburón con la moto acuática pero no encontraron su rastro. La playa de Salinas vivió ayer una jornada de tranquilidad, con pocos bañistas pese al sol que lució todo el día. Las banderas amarillas ondearon en los puestos de salvamento de Salinas y El Espartal, según señaló el coordinador del servicio municipal de salvamento y socorrismo, Ignacio Flórez.
"Los socorristas inspeccionaron por la mañana con la moto acuática el mar entre La Peñona y San Juan y no vieron ni rastro del tiburón peregrino. Tampoco fue avistado en otras playas de Castrillón, al menos durante el tiempo que está operativo el servicio de salvamento, entre las once y media de la mañana y las siete y media de la tarde, por ello no tomamos ninguna medida excepcional", manifestó Flórez.
El avistamiento de una cría hembra de tiburón peregrino de casi tres metros de longitud el martes por la tarde en las inmediaciones del Balneario, en Salinas, obligó a los socorristas a izar la bandera roja y prohibir los baños, una medida de precaución incluida en el protocolo de seguridad habitual en estos casos en las playas, pese a que la especie pasa por ser inofensiva para el hombre. Los socorristas avisaron también al 112 y a la Coordinadora para el estudio y protección de las especies marinas (Cepesma).
Al saber de la presencia del pez, numerosos bañistas y vecinos de la localidad se acercaron a la playa para tratar de ver al tiburón, que nadaba entre el Club Náutico y La Peñona ajeno a la expectación que levantaba su presencia y, sobre todo, su característica aleta dorsal emergiendo del agua. Un experto del Cepesma entró en el mar para acercarse lo más posible al pez y no se le apreciaron daños, la cría de tiburón peregrino estaba bien.
El tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) es el segundo pez más grande del mundo, puede medir hasta 10 metros de longitud y pesar más de cuatro toneladas. El pez es nativo de los océanos Atlántico y Pacífico y habita en aguas frías y templadas, entre los 8 y los 15 grados de temperatura. Se alimenta principalmente de zooplancton filtrando el agua al nadar con la boca abierta en la que tiene unos 100 dientes.
El tiburón peregrino está en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza por la caza indiscriminada de la que es objeto. Su grasa, aceite, aceite de hígado, aletas y carne son muy apreciados. Un ejemplar adulto de tiburón peregrino puede generar hasta una tonelada de carne y 400 litros de aceite.
Esta especie de escualo, pese a ser un pez de gran envergadura, tiene fama de tranquilo, no ataca a los humanos; al contrario es muy tolerante con su presencia. Además, le gusta tomar el sol, es por ello que suele salir a la superficie cuando nada cerca de la costa. Su comportamiento provocó que cuando fue avistado el martes en Salinas, algunos bañistas lo confundiera con un delfín.
Hace un año, un grupo de más de una docena de delfines fue avistado durante varias horas por los curiosos que se congregaron en la playa de Salinas. Los cetáceos retozaron a pocos metros de los surfistas que se adentraron en el mar para apreciar lo más cerca posible a los delfines. Es habitual que durante los veranos, grupos de delfines se puedan ver desde las playas castrillonenses y otras asturianas.
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