lunes, 29 de junio de 2015

Los Pergaminos del Museo de Anclas elogian el respeto a la mar y al hombre


  • El GEAS agradece el homenaje en un acto al que el escultor Jason deCaires Taylor no pudo acudir por sus compromisos anteriores

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    • AVIL
    • El 28 de junio de 1979, Philippe Cousteau fallecía en un accidente de hidroavión en la desembocadura del Tajo, en Lisboa. Ese es el motivo por el que la Asociación de Amigos del Museo de Anclas ha escogido este día para un doble homenaje que viene realizando en el Museo de Anclas de Salinas, que honra la memoria del malogrado director francés. Por una parte es un recuerdo a todos los fallecidos de la mar y, por otra, el reconocimiento a personalidades e instituciones que han destacado en defensa de la mar, su cultura y sus gentes a las que se les hace entrega del Pergamino.
    • DeCaires se declaró «halagado» por el reconocimiento, antes de confesar que con su obra había buscado apoyar la integración de «cultura, naturaleza y relaciones humanas», confesando que creía en la relación «entre arte y naturaleza».
      • La lectura de la carta del escultor submarino Jason deCaires por parte de Juan Manuel Cuervo.
        Por su parte, el presidente de GEAS, Antonio Álvarez, agradeció el Pergamino concedido al club deportivo que, además, realiza una intensa labor de concienciación sobre la necesidad de cuidar la naturaleza submarina. «Cada vez estamos más concienciados con el buceo respetuoso con la vida submarina», comentaba nada más recibir el reconocimiento. Álvarez acudió al acto en el Museo de Anclas acompañado por varios integrantes de la entidad.
        Justo antes de la entrega de los Pergaminos, la Asociación de Amigos del Museo de Anclas celebró su recuerdo a los fallecidos en la mar. En el mirador desde el que se observa el busto de Philippe Cousteau, el que fuera párroco de Salinas, Rafael Santos, rezó una oración en memoria de los náufragos.
        Tras la oración, se lanzaron astromelias o la flor del amancay a la mar. Previamente, Juan Manuel Cuervo había explicado la leyenda del origen de esta hermosa flor americana. «Quien da un flor del amancay, ofrenda su corazón» decían los indios vuriloches.

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