«La falta de aporte de arena ya es perceptible en San Lorenzo y Salinas», dice la organización ecologista en su último informe «Destrucción a toda costa»
Myriam MANCISIDORDistan unos veinte kilómetros y ambos se han transformado en los últimos meses en grandes infraestructuras en las que predomina el hormigón. Se trata de los puertos de El Musel y de Avilés, ambos incluidos en el último informe de Greenpeace llamado «Destrucción a toda costa». La organización ecologista ha puesto su lupa sobre ambas infraestructuras ejecutadas -la avilesina aún en desarrollo- por las autoridades portuarias de Gijón y Avilés. Dichas obras, a juicio de los responsables de la ONG, han modificado la dinámica litoral con efectos adversos en la línea de costa.
Greenpeace critica que con las obras de ampliación de El Musel se ha ganado una superficie al mar de 140 hectáreas, se han destruido caladeros de pesca y el desmonte completo del Alto de Aboño. «La falta de aporte de sedimentos ya es perceptible en la playa de San Lorenzo, principal arenal del concejo y punto de atracción turística de la ciudad», sentencian. En Avilés, subrayan, el conflicto ambiental pasa por la destrucción de las marismas de Recastrón. En este caso, aseguran, la modificación de la dinámica costera tiene efectos llamativos en el Monumento Natural de la Ensenada de Llodero y la Charca de Zeluán y sus dunas así como en la desaparición de la arena de la playa de Salinas (Castrillón).
Los casos de Gijón y Avilés no son los únicos que figuran en el informe de Greenpeace. Actualmente de las 28 autoridades portuarias existentes en España, veinte están acometiendo obras de ampliación o tiene planes para ello. «Estas infraestructuras han sido desarrolladas bajo la sombra del ladrillo para dar servicio al desarrollo de la construcción y la demanda energética que suponía el crecimiento urbanístico. De hecho, la propia burbuja inmobiliaria ha enmascarado el desarrollo desmedido de infraestructuras portuarias», aseguran responsables de Greenpeace, que creen necesario un informe sobre los puertos del Estado para sentar las bases «de un verdadero desarrollo sostenible».
Del trueque del ladrillo al hormigón portuario, la organización ecologista destaca de Asturias el coste de las obras de ampliación del Musel y el puerto avilesino. «Solo con el sobrecoste del puerto de Gijón, de 215 millones de euros, se podría haber equipado con tecnología y servicios el nuevo Hospital Universitarios de Asturias», sentencian. La obra costó, en total, 716 millones de euros. Avilés no se queda atrás. «El desarrollo portuario de la margen derecha de la ría tiene un presupuesto de 90 millones, éste es el importe de las ayudas de la Unión Europea que recibirán 15.000 ganaderos y agricultores asturianos para el periodo 2014-2020», precisan en el informe «Destrucción a toda costa».
En lo que afecta al impacto ambiental de ambas obras de ampliación portuarias, Greenpeace asegura que la ejecución de las obras de El Musel ha afectado al medio marino circundante. Las de Avilés a las marismas de Recastrón. «Hoy las marismas han desaparecido y con ellas las aves y la vegetación», recalcan.
Pese a todo, la organización ecologista considera que aún se está a tiempo para frenar la «burbuja del hormigón» y para apostar «por una economía verde basada en más pesca y turismo sostenibles y menos obras faraónicas». «En definitiva, estamos a tiempo de llegar a buen puerto», concluyen.
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