En 1994 el piloto asturiano Emilio González, con dos jóvenes más, forzó un aterrizaje en el arenal que les salvó la vida
Oviedo, M. J. IGLESIASEl trágico final del siniestro registrado ayer en el aeropuerto de Asturias, lo esquivó el 8 de julio de 1994, gracias a su pericia, el piloto y entonces instructor de vuelo en La Morgal, Emilio González, cuando se vio atrapado en la niebla a los mandos de su Pipper Cherokee, acompañado por David Mata y José Rodríguez, en aquellos momentos con 17 y 22 años respectivamente. Un aterrizaje forzoso en la improvisada pista del playón de Bayas les salvó la vida.
El vuelo era uno más de los que habitualmente realizaba entre La Morgal (Llanera) y el aeropuerto para repostar. Durante el vuelo sucedió algo no incluido en las previsiones meteorológicas y similar a lo que pudo haber pasado ayer. Una repentina bolsa de niebla cubrió la pista de aterrizaje impidiendo cualquier maniobra. Ante la adversidad climatológica el piloto voló en círculos sobre el aeropuerto 35 minutos, hasta que agotó casi todo el carburante. «Como nos quedábamos sin combustible decidí tomar tierra en la playa, consciente de que la arena es un terreno apto para ello», relató entonces. La decisión fue la acertada.
El aterrizaje se efectuó en sentido Este-Oeste, aprovechando la vasta planicie de arena. Técnicamente la maniobra fue perfecta. Al piloto no le llevó más de cien metros detener el aparato. En los trabajos de remolque de la avioneta participaron varios voluntarios y un tractor cedido por un vecino de Bayas, localidad castrillonense cercana al aeropuerto.
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