Tres delfines avistados a la altura de la antigua rula se convirtieron ayer en la atracción matinal del estuario, antes frecuentado por diversos cetáceos
F. L. JIMÉNEZLa presencia ayer al mediodía de tres delfines en aguas de la ría de Avilés generó gran expectación entre las personas que en ese momento se encontraban en las proximidades de la antigua rula, que fue el punto hasta donde llegaron los cetáceos y el lugar en el que regalaron a los espectadores varios brincos y cabriolas. Según la descripción que hizo de los animales un testigo presencial todo parece apuntar a que trataba de una pareja de delfines mulares con una cría; esta especie tiene un tamaño mayor que los delfines comunes y listados y un característico color gris oscuro.
Si bien de vez en cuando los delfines se aventuran a entrar en el canal de acceso a la ría persiguiendo a sus presas no suelen subir más arriba de la curva de Pachico, si bien Luis Laria, director de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma) asegura que alguno ha sido avistado cerca del azud del puente de San Sebastián, a los pies del Niemeyer. En este caso, los delfines juguetearon durante varios minutos cerca de la fábrica de hielo de la rula antigua y después regresaron al mar.
«En esta época abundan los cardúmenes de pescado menudo cerca de la costa (sardina, bocarte....) y es probable que los delfines entraran en la ría siguiendo su rastro», explica Luis Laria. El veterano pescador avilesino Jesús Galindo corrobora esa teoría, y añade que la presencia de delfines cerca de la costa avilesina ha dejado de ser una rareza: «Hay muchísimos, más de los que quisiéramos los pescadores porque comen cada día entre un 15 y un 20 por ciento de su peso corporal en pescado, unos peces que ya no irán a parar a nuestras redes».
Desde el punto de vista ambiental, la presencia de delfines en las aguas de Avilés no es tan indicativa de pureza del agua como cuando se avistan nutrias -un animal mucho más exigente con la calidad del agua que los delfines- pero sí que denota que se cumplen unos mínimos. «Los jóvenes no lo vieron, pero en la ría de Avilés era frecuente que entrasen todo tipo de cetáceos, incluso hasta calderones se tienen vistos por la zona», relata Galindo. El animal marino más famoso de cuantos fueron avistados en el estuario avilesino en los últimos años fue la foca que en la década de los años cincuenta del pasado siglo se tomó como presagio de prosperidad al coincidir su presencia en la ciudad con el anuncio de la construcción de Ensidesa; de hecho Avilés le dedicó una escultura que puede verse en el parque del Muelle.
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