Archivado en (Los episodios avilesinos) por albertodelrio el 09-06-2013
Por el estuario avilesino, tanto las fábulas como las certezas andan tan sueltas que, donde menos lo esperas, salta un caballo. Pero no un caballito de mar, sino de ría. Una especie única en el mundo, conocida en cartas marinas, libros y documentos disparejos, como ‘Peña El Caballo’ de Avilés.
Plantada en San Juan de Nieva y llamada así por su caprichoso perfil equino, tiene como prolongación submarina la temible ‘Rechalda del Mar’, peñasco encabronado que fue un tremendo obstáculo para la navegación, al limitar el calado, en la bajamar, a 3 metros(datos de la ‘Revista de Navegación y Comercio’. 1894). Tanto se tardó en darle matarile que algunos creían, a pies juntillas, que la Rechalda era una piedra que crecía.
La cosa dio mucho que hablar y hasta un semanario satírico y un grupo folklórico llevaron su nombre. Y cuando alguien demostraba firmeza se solía decir: «Ye más duro que La Rechalda».
Aunque a base de dinamita y de afeitados de dragas –el último se lo dio ‘D’Artagnan’ en 2008– terminó trasquilada y ‘cedió’ un calado de cerca de 13 metros.
Pero más popular fue la ‘Peña El Caballo’, referenciada en planos de la obra portuaria de 1903 que recogen el proyecto inicial, anterior, de Pérez dela Sala. A su costado hay dibujado un embarcadero y los rótulos: ‘Balneario’ y ‘Playa de baños’. El sitio también era conocido como ‘Baños de Abadil’ y parece que funcionaron, como tales, desde 1875
Y es que, en el tercio final del siglo XIX, cuando empezaron a ponerse de moda los baños públicos en Avilés –publicitados como ‘mitad higiene y mitad salud’– fue la margen derecha dela Ría, la zona escogida por el personal más ‘moderno y rompedor’, que no comulgaban con aquellos versos de Vital Aza:
«Me manda el doctor tomar
baños de mar sin cesar,
pero me falta el valor,
¿Zambullirme yo en el mar?
¡Que se zambulla el doctor!»
Al lado de la Peña funcionó el ‘balneario’ primitivo de Avilés y hasta él llegaban, en lancha de alquiler, los que se atrevían a bañarse públicamente. Algo cuenta Eloy Fernández Caravera en su novela ‘Mayita’ (Ediciones Azucel. Avilés, 1987).
‘El Caballo’ se puso de moda y a su alrededor surgieron famosos restaurantes como ‘Casa Tamón’ y ‘La Rosa’… hasta que se montó en Salinas un balneario con instalaciones adecuadas. Eso y un más cómodo transporte, a partir de 1893, en aquel tranvía de vapor conocido como ‘La Chocolatera’.
Aunque la ‘Peña El Caballo’ no cedió en popularidad, tanto que el famoso teatro-circo ‘Somines’, hoy desaparecido y entonces en la calle Cuba, pasó a llamarse ‘La Peña’ y un artista -que firmaba como ‘Borda de Agua’- la pintó en el telón de boca del escenario, de forma que la célebre roca marina protagonizaba el interior del local.
Y ahí sigue, hoy, ‘El Caballo’, pastando en la Ría, tan campante, mientras a su vera pasan buques de más de 60.000 toneladas de carga, o cruceros que transportan cerca de mil pasajeros.
¡Manda ‘calao’!
Plantada en San Juan de Nieva y llamada así por su caprichoso perfil equino, tiene como prolongación submarina la temible ‘Rechalda del Mar’, peñasco encabronado que fue un tremendo obstáculo para la navegación, al limitar el calado, en la bajamar, a 3 metros(datos de la ‘Revista de Navegación y Comercio’. 1894). Tanto se tardó en darle matarile que algunos creían, a pies juntillas, que la Rechalda era una piedra que crecía.
La cosa dio mucho que hablar y hasta un semanario satírico y un grupo folklórico llevaron su nombre. Y cuando alguien demostraba firmeza se solía decir: «Ye más duro que La Rechalda».
Aunque a base de dinamita y de afeitados de dragas –el último se lo dio ‘D’Artagnan’ en 2008– terminó trasquilada y ‘cedió’ un calado de cerca de 13 metros.
Pero más popular fue la ‘Peña El Caballo’, referenciada en planos de la obra portuaria de 1903 que recogen el proyecto inicial, anterior, de Pérez dela Sala. A su costado hay dibujado un embarcadero y los rótulos: ‘Balneario’ y ‘Playa de baños’. El sitio también era conocido como ‘Baños de Abadil’ y parece que funcionaron, como tales, desde 1875
Y es que, en el tercio final del siglo XIX, cuando empezaron a ponerse de moda los baños públicos en Avilés –publicitados como ‘mitad higiene y mitad salud’– fue la margen derecha dela Ría, la zona escogida por el personal más ‘moderno y rompedor’, que no comulgaban con aquellos versos de Vital Aza:
«Me manda el doctor tomar
baños de mar sin cesar,
pero me falta el valor,
¿Zambullirme yo en el mar?
¡Que se zambulla el doctor!»
Al lado de la Peña funcionó el ‘balneario’ primitivo de Avilés y hasta él llegaban, en lancha de alquiler, los que se atrevían a bañarse públicamente. Algo cuenta Eloy Fernández Caravera en su novela ‘Mayita’ (Ediciones Azucel. Avilés, 1987).
‘El Caballo’ se puso de moda y a su alrededor surgieron famosos restaurantes como ‘Casa Tamón’ y ‘La Rosa’… hasta que se montó en Salinas un balneario con instalaciones adecuadas. Eso y un más cómodo transporte, a partir de 1893, en aquel tranvía de vapor conocido como ‘La Chocolatera’.
Aunque la ‘Peña El Caballo’ no cedió en popularidad, tanto que el famoso teatro-circo ‘Somines’, hoy desaparecido y entonces en la calle Cuba, pasó a llamarse ‘La Peña’ y un artista -que firmaba como ‘Borda de Agua’- la pintó en el telón de boca del escenario, de forma que la célebre roca marina protagonizaba el interior del local.
Y ahí sigue, hoy, ‘El Caballo’, pastando en la Ría, tan campante, mientras a su vera pasan buques de más de 60.000 toneladas de carga, o cruceros que transportan cerca de mil pasajeros.
¡Manda ‘calao’!
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