El islote castrillonense es un sitio ideal para el refugio y cría de abundantes aves
FRAN BAENA GARCÍA En el concejo de Castrillón encontramos el islote más grande de Asturies: la isla de La Deva, visible desde buena parte de la costa centro-occidental astur, desde Peñes a Vidíu. Está protegido como Monumento Natural de la Isla de La Deva y el Playón de Bayas.
Muchas preguntas hay sobre el topónimo «Deva», así como muchas explicaciones de dónde proviene. La más aceptada por los expertos en toponimia es la que nos refiere como una de las deidades de origen celta que tenían los antiguos pueblos astures. Deva es la deidad que está asociada a las corrientes y masas de agua (ríos, arroyos, lagos,..), pero que las tribus astures de la costa asturiana asociaban a la deidad que vivía en el mar. Los astures creían que el islote que está frente a Bayas era la morada donde vivía la diosa, por lo que para ellos la isla de La Deva era un lugar sagrado. Posteriormente, con la cristianización, los antiguos lugares sagrados fueron reconvertidos en lugares cristianos y a sus antiguos dioses se les asignó un santo, o una vinculación mariana, donde el topónimo Deva fue asociado al culto mariano. También se localiza ese hidrónimo en toda la cornisa cantábrica y Galicia.
Esta isla mantiene un estado natural muy conservado, donde encontramos comunidades vegetales típicas de acantilados, junto a importantes colonias de crías de aves. De gran interés son las plantas adaptadas a las duras condiciones del ambiente costero. En los acantilados hay un ejemplo claro de adaptación a las condiciones ambientales según la altura. En el nivel más bajo encontramos una vegetación de zona intermareal rocosa (algas y líquenes) que puede vivir en las difíciles condiciones impuestas por las mareas y oleaje. Por encima del nivel máximo de la pleamar hay una banda formada por plantas halófilas como el hinojo marino, helecho marino y Spergula rupícola, instaladas en fisuras, grietas y grutas de las rocas. A mayor altura hay menor salinidad, por lo que aparece un pastizal dominado por Festuca rubra sp. pruinosa. Y ya en las zonas más altas, donde el viento es más dominante, encontramos un matorral de porte bajo de brezos y toxos.
Debido a la dificultad de accesibilidad, es un sitio ideal para el refugio y cría de abundantes aves, destacando la gaviota patiamarilla, cuyos ejemplares se dispersan al final de la época de cría a lo largo del Cantábrico, principalmente hacia el Occidente y Galicia. Otra especie de interés que se reproduce ahí es el cormorán moñudo, cuya población está disminuyendo a lo largo de los años (como ocurre en otras colonias), posiblemente debido a accidentes con aparejos de pesca. Allí también nidifican aves rapaces y algunos pequeños pájaros, como el colirrojo tizón. Hace años criaron allí paíños comunes y araos, pero el primero desapareció cuando las ratas colonizaron la isla y el segundo lo hizo por una caza excesiva.
FRAN BAENA GARCÍA En el concejo de Castrillón encontramos el islote más grande de Asturies: la isla de La Deva, visible desde buena parte de la costa centro-occidental astur, desde Peñes a Vidíu. Está protegido como Monumento Natural de la Isla de La Deva y el Playón de Bayas.
Muchas preguntas hay sobre el topónimo «Deva», así como muchas explicaciones de dónde proviene. La más aceptada por los expertos en toponimia es la que nos refiere como una de las deidades de origen celta que tenían los antiguos pueblos astures. Deva es la deidad que está asociada a las corrientes y masas de agua (ríos, arroyos, lagos,..), pero que las tribus astures de la costa asturiana asociaban a la deidad que vivía en el mar. Los astures creían que el islote que está frente a Bayas era la morada donde vivía la diosa, por lo que para ellos la isla de La Deva era un lugar sagrado. Posteriormente, con la cristianización, los antiguos lugares sagrados fueron reconvertidos en lugares cristianos y a sus antiguos dioses se les asignó un santo, o una vinculación mariana, donde el topónimo Deva fue asociado al culto mariano. También se localiza ese hidrónimo en toda la cornisa cantábrica y Galicia.
Esta isla mantiene un estado natural muy conservado, donde encontramos comunidades vegetales típicas de acantilados, junto a importantes colonias de crías de aves. De gran interés son las plantas adaptadas a las duras condiciones del ambiente costero. En los acantilados hay un ejemplo claro de adaptación a las condiciones ambientales según la altura. En el nivel más bajo encontramos una vegetación de zona intermareal rocosa (algas y líquenes) que puede vivir en las difíciles condiciones impuestas por las mareas y oleaje. Por encima del nivel máximo de la pleamar hay una banda formada por plantas halófilas como el hinojo marino, helecho marino y Spergula rupícola, instaladas en fisuras, grietas y grutas de las rocas. A mayor altura hay menor salinidad, por lo que aparece un pastizal dominado por Festuca rubra sp. pruinosa. Y ya en las zonas más altas, donde el viento es más dominante, encontramos un matorral de porte bajo de brezos y toxos.
Debido a la dificultad de accesibilidad, es un sitio ideal para el refugio y cría de abundantes aves, destacando la gaviota patiamarilla, cuyos ejemplares se dispersan al final de la época de cría a lo largo del Cantábrico, principalmente hacia el Occidente y Galicia. Otra especie de interés que se reproduce ahí es el cormorán moñudo, cuya población está disminuyendo a lo largo de los años (como ocurre en otras colonias), posiblemente debido a accidentes con aparejos de pesca. Allí también nidifican aves rapaces y algunos pequeños pájaros, como el colirrojo tizón. Hace años criaron allí paíños comunes y araos, pero el primero desapareció cuando las ratas colonizaron la isla y el segundo lo hizo por una caza excesiva.
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