Emotivo entierro de uno de los fallecidos, Américo dos Santos, en la ciudad lusa de Vila do Conde - Hoy tendrá lugar el sepelio de las otras dos víctimas
21.04.2014 | 01:20
Vilagarcía (Pontevedra) / Vila do Conde (Portugal), A. MARTÍNEZ / A. AMOEDO "Quizás el aparejo quedó enganchado en algo y vino una ola que ayudó a escorar", aventura Francisco Manuel Albitres Lema, maquinista del "Mar Nosso", de O Vento (Villagarcía de Arosa), localidad a la que se trasladó desde Asturias el Viernes Santo. "Volveches a nacer", le dicen ahora por la calle los vecinos, contentos de que haya sobrevivido a una prueba tan terrible. Ayer acudió con los otros marineros que pueden contarlo a Vila do Conde, a rendir homenaje a uno de sus compañeros muertos, Américo Regufe dos Santos, que fue enterrado en medio del dolor de toda una comunidad.
Albitres Lema tiene la cara llena de cortes y magulladuras. Tras el rescate lo ingresaron en Cabueñes por hipotermia severa. Sostiene que le duelen los pulmones. "Tragué mucha agua con gasóleo", asegura. Anímicamente se muestra afable, aunque reconoce que sus sentimientos son encontrados: alegría por haber sobrevivido y estar con su familia; y un profundo dolor por haber perdido a cinco compañeros. "Con ellos desayuné, comí y cené a diario durante el último año", asegura. Albitres explica que en el momento del accidente estaba en la sala de máquinas. "Vi que el barco escoraba hacia babor y salí rápidamente. En la borda vi cómo uno de mis compañeros se quedó paralizado. Le decíamos que saltase, pero él estaba inmóvil, como aterrado. Es uno de los que fallecieron", dice.
Fueron momentos de confusión, en los que "todo ocurrió muy rápido". No se explica las causas del accidente. "El contramaestre desembragó la maquinilla para soltar rápido el saco, pero no sé qué pasó. Se levantaron lances más pesados e incluso con mal tiempo y nunca pasó nada. Además, cuando viene un lance muy fuerte, aún se tarda un cierto tiempo en virar. Yo descartaría esa hipótesis. Ahí ha tenido que haber una fatalidad que soy incapaz de comprender", confiesa.
Esperaba una terrible odisea. "Eché dos horas en el agua, sin ropa de aguas. Fue todo muy rápido. Lo importante es el factor psicológico, no derrumbarte. Supe que no todos aguantaríamos cuando escuché a algún compañero delirar y rezar en alto. Lo que me salvó a mí fue pensar en mi familia", afirma.
Entierro
El acueducto de Vila do Conde que rodea la iglesia de São Francisco y que atraviesa la localidad hasta un convento en lo alto de un monte fue testigo ayer del último adiós a Américo Francisco Regufe dos Santos. A las nueve y media de la mañana, un nutrido grupo de personas ya esperaba en la zona para dar el pésame a la familia y acompañar el féretro hasta el cementerio. Estaban presentes los marineros supervivientes y el armador, Claudino González. Ninguno de ellos quiso hacer declaraciones y se mostraron visiblemente afectados.
Pocos minutos antes de que diese comienzo la misa, en el interior de la iglesia se escucharon los gritos desgarradores de una mujer. Se trataba de la hermana del fallecido, que lloraba desconsolada y necesitó salir durante unos minutos. Ya en el cementerio, la familia entera, con los tres hijos del marinero al frente, rompió a llorar cuando el ataúd fue abierto para que se despidieran por última vez. La mujer de Américo dos Santos salió del cementerio acompañada de dos familiares. Allí, abrazó a cada uno de los que fueran compañeros de su marido. Esta tarde tendrá lugar el entierro de los dos marineros de Caxinas: António Cascão y José Esteves.
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